martes, 21 de septiembre de 2010

Textos Historia de España. Crisis de 1808, Guerra de la Independencia y Cortes de Cádiz.

   En el nombre de Dios todopoderoso: Don José Napoleón, por la gracia de Dios, Rey de las Españas y de las Indias;
   Habiendo oído a la junta nacional congregada en Bayona de orden de nuestro muy caro y muy amado hermano Napoleón...
   Hemos decretado y decretamos la presente constitución para que se guarde como ley fundamental de nuestros estados, y como base del pacto que une a nuestros pueblos con nos, y a nos con nuestros pueblos.
   Artículo 1. La religión católica, apostólica y romana, en España y en todas las posesiones españolas, será la religión del Rey y de la nación: y no se permitirá ninguna otra.
   Artículo 2. La corona de las Españas y de las Indias será hereditaria en nuestra descendencia directa, natural y legítima, de varón en varón, por orden de primogenitura, y con exclusión perpetua de las hembras.
   Artículo 39. Toca al Senado velar sobre la conservación de la libertad individual y de la libertad de la imprenta, luego que esta última se establezca por ley...
   Artículo 61. Habrá cortes o juntas de la nación compuestas de ciento setenta y dos individuos en tres estamentos.
   Artículo 88. Será libre en dichos reinos y provincias toda especie de cultivo e industria.          



                       Estatuto de Bayona. 6 julio de 1808


         
                                                                                            




Don Fernando VII, Rey de España y de las Indias, y en su nombre la Suprema Junta:
La Francia, o más bien su emperador Napoleón, ha violado con España los pactos más sagrados; le ha arrebatado sus monarcas, y ha obligado a estos a abdicaciones y renuncias violentas y nulas manifiestamente; se ha hecho con la misma violencia dar el señorío de la España, para lo que nadie tiene poder...ha hecho entrar sus ejércitos en España...y han cometido con los españoles todo género de asesinatos, de robos y crueldades...y para todo esto se ha valido no de la fuerza de las armas sino del pretexto de nuestra felicidad, la ingratitud más enorme a los servicios que la nación española le ha hecho, de la amistad en que estábamos...Ha declarado últimamente que va a trastornar la monarquía y sus leyes fundamentales y amenaza la ruina de nuestra religión católica...y nos ha forzado a que el remedio único de tan graves males, los manifestemos a Europa toda y le declaremos la guerra...y si declaramos que hemos abierto y tenemos libre y franca comunicación con la Inglaterra, y que con ella hemos contratado y tenemos armisticio y esperamos se concluirá con una paz duradera y estable...”
                                                                             
                                                                                     

                   Declaración de la Junta de Sevilla (6-VI-1808).











Los diputados que componen este Congreso, y que representan la nación española, se declaran legítimamente constituidos en Cortes generales y extraordinarias y que reside en ellas la soberanía nacional.
   Las Cortes generales y extraordinarias de la nación española (...) conformes en todo con la voluntad general, pronunciada del modo más enérgico y patente, reconocen, proclaman y juran de nuevo por su único y legítimo rey al señor D. Fernando VII de Borbón; y declaran nula, de ningún valor ni efecto la cesión de la corona que se dice hecha a favor de Napoleón, no sólo por la violencia que intervino en aquellos actos injustos e ilegales, sino principalmente por faltarles el consentimiento de la nación. No conviniendo queden reunidos el poder legislativo, el ejecutivo y el judiciario, declaran las Cortes generales y extraordinarias que se reservan el ejercicio del poder legislativo en toda su extensión.
   El Consejo de Regencia reconocerá la soberanía nacional de las Cortes, y jurará obediencia a las leyes y decretos que de ellas emanaren (...)

                                                                                           
                                                                        
                              Decreto de 24 de septiembre de 1810.







   Don Fernando VII, por la gracia de Dios y la Constitución de la Monarquía española, rey de las Españas, y en su ausencia y cautividad la Regencia del reino, nombrada por las Cortes generales y  extraordinarias, a todos los que la presente vieren y entendieren, sabed: Que las mismas han decretado y sancionado la siguiente Constitución:

Título I. De la Nación española y de los españoles.

Art. 1. La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios
Art. 2. La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia o persona.
Art.3. La soberanía reside esencialmente en la Nación y, por lo mismo, pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales.

Título II. Del territorio de las Españas, sus religión y gobierno, y de los ciudadanos españoles.

Art. 12. La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas y prohíbe el ejercicio de cualquier otra.
Art. 14. El gobierno de la Nación española es una Monarquía moderada hereditaria.
Art. 15. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el rey.
Art. 16. La potestad de ejecutar las leyes reside en el rey.
Art. 17. La potestad de aplicar las leyes en las causas civiles y criminales reside en los Tribunales establecidos por la ley.

Título IV. Del rey.

Art. 168. La persona del Rey es sagrada e inviolable y no está sujeta a responsabilidad.
Art. 172. Las restricciones a la autoridad del Rey son las siguientes:
Primera. No puede el Rey impedir bajo ningún pretexto la celebración de las Cortes en las épocas y casos señalados por la Constitución, ni suspenderlas, ni disolverlas...
Tercera. No puede el Rey engañar, ceder, renunciar o en cualquiera manera traspasar a otro la autoridad real ni alguna de sus prerrogativas...
Quinta. No puede el Rey hacer alianza ofensiva, ni tratado especial de comercio con ninguna potencia extranjera, sin el consentimiento de las Cortes.
Art. 225. Todas las órdenes del Rey deberán ir firmadas por el secretario de despacho del ramo a que el asunto corresponda.
Art. 226. Los secretarios del despacho serán responsables a las Cortes de las órdenes que autoricen contra la Constitución o las leyes, sin que les sirva de excusa haberlo mandado el Rey.

                                                                                           
                                                                             
                                       Constitución de Cádiz, 19 de marzo de 1812.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Modelo de comentario de textos históricos.

COMENTARIO DE TEXTOS HISTÓRICOS


   Para comentar textos históricos es conveniente seguir los siguientes pasos:

·         Lectura detenida y atenta del texto. Subraya las palabras o expresiones fundamentales.

·         Clasificación del texto (naturaleza, autor, fecha y finalidad)

a)      Naturaleza: un texto puede ser jurídico (leyes, decretos, constituciones, tratados, acuerdos internacionales, etc.); histórico-literario (memorias, autobiografías, cartas, notas personales, artículos de prensa, novelas, etc.); circunstancial o narrativo (discursos, proclamas, declaraciones, escritos económicos y sociales);  historiográfico (obras de un historiador o autor posterior a los hechos)
b)     Autor: Autor individual. Conviene fijar su identidad y personalidad, así como su situación personal y circunstancias históricas. En los casos en que el autor del texto no consta en el mismo, puede identificarse por el contenido y los datos que aporte el texto. Autor colectivo. Deben señalarse los que pueden ser los responsables de la elaboración del texto.
c)      Fecha del texto: lo más aproximada posible.
d)     Finalidad y destino: Indicar a quién va dirigido el texto (persona o colectividad), y su finalidad (público o privado; personal u oficial; ámbito nacional o internacional)

·         Resumen en pocas líneas de las ideas fundamentales del texto.


·         Análisis del contenido del texto. Consiste en comprender y explicar el contenido (mensaje) del texto. Se deben analizar las ideas principales que ofrece el texto, con el objeto de comprender, explicar y criticar el texto. En definitiva, se deben señalar las tesis o ideas sostenidas por el autor o autores.

   El análisis del texto puede realizarse siguiendo dos métodos:

  • Método literal: consiste en seguir la estructura del texto, analizando cada párrafo.

  • Método lógico: consiste en extraer las ideas fundamentales y ordenarlas según su contenido.


·         Contexto histórico. Relacionar el texto con el proceso histórico correspondiente. Deben señalarse las características generales del período histórico en el que se inscribe el texto (características sociales, políticas, económicas, culturales, etc.)


  • Regla: Debemos situarnos dentro del contexto histórico del documento o texto propuesto, es decir, no debemos examinar los hechos desde un criterio actual.

  • Errores:
§  Prestar mayor atención a aspectos secundarios.
§  Utilizar el texto como pretexto (desarrollo de un tema)
§  Repetir con otras palabras lo que dice el texto (paráfrasis)
§  Utilizar expresiones en primera persona.

Programa de Historia de España. Segundo de Bachillerato. Madrid.

PROGRAMA DE HISTORIA DE ESPAÑA DE 2º DE BACHILLERATO
(Decreto 67/2008 de 19 junio, BOCM de 27 junio)
Bloque 1.
Contenidos comunes
1. Contenidos comunes
Localización en el tiempo y en el espacio de procesos, estructuras y acontecimientos relevantes; identificación y comprensión de los elementos de causalidad que se dan en los procesos de evolución; búsqueda, selección, análisis e interpretación de información procedentes de fuentes primarias y secundarias; y análisis de interpretaciones historiográficas distintas sobre un mismo hecho o proceso histórico.

Bloque 2.
Raíces  históricas de la España contemporánea
2. La Prehistoria y la Edad Antigua.
2.1. El proceso de hominización en la Península Ibérica: Nuevos hallazgos.
2.2. Pueblos prerromanos. Colonizaciones históricas: Fenicios, griegos y cartagineses.
2.3. La pervivencia del legado cultural romano en la cultura hispánica.
2.4. Las invasiones bárbaras. El reino visigodo: Instituciones y cultura.

3. La Península Ibérica en la Edad Media: Al-Ándalus.
3.1. Evolución política: Conquista, Emirato y Califato de Córdoba.
3.2. La crisis del siglo XI. Reinos de taifas.
3.3. La organización económica y social
3.4. El legado cultural.

4. La Península Ibérica en la Edad Media: Los reinos cristianos.
4.1. Los primeros núcleos de resistencia.
4.2. Principales etapas de la reconquista.
4.3. Las formas de ocupación del territorio y su influencia en la estructura de la propiedad.
       Modelos de repoblación y organización social.
4.4. Diversidad cultural: Cristianos, musulmanes y judíos.

5. La Baja Edad Media. Crisis de los siglos XIV y XV.
5.1. La organización política. Las instituciones. [Incluye reino Castilla y corona Aragón]
5.2. Crisis demográfica, económica y política.
5.3. La expansión de la Corona de Aragón en el Mediterráneo.

6. Los Reyes Católicos: La construcción del Estado moderno.
6.1. Unión dinástica: Integración de las Coronas de Castilla y de Aragón.
6.2. La conquista del Reino Nazarí y la incorporación del Reino de Navarra.
6.4. La organización del Estado: Instituciones de gobierno.
6.5. La proyección exterior. Política italiana y norteafricana.

7. Expansión ultramarina y creación del imperio colonial.
7.1. El descubrimiento de América.
7.2. Conquista y colonización.
7.4. Impacto de América en España

8. La España del siglo XVI.
8.1. El Imperio de Carlos V. Conflictos internos: Comunidades y Germanías.
8.2. La monarquía hispánica de Felipe II. La unidad ibérica.
8.3. El modelo político de los Austrias. La unión de reinos.
8.4. Economía y sociedad en la España del siglo XVI.
8.5. Cultura y mentalidades. La Inquisición.

9. La España del siglo XVII.
9.1. Los Austrias del siglo XVII. Gobierno de validos y conflictos internos.
9.2. La crisis de 1640.
9.3. El ocaso del Imperio español en Europa.
9.4. Evolución económica y social.
9.5. Esplendor cultural. El Siglo de Oro.

10. La España del siglo XVIII.
10.1. La guerra de Sucesión y el sistema de Utrecht.
10.2. Cambio dinástico. Los primeros Borbones.
10.3. Reformas en la organización del Estado. La monarquía centralista.
10.4. La práctica del despotismo ilustrado: Carlos III.
10.5. Evolución de la política exterior en Europa.
10.7. La Ilustración en España.

Bloque 3.
La España contemporánea
11. La crisis del Antiguo Régimen.
11.1. La crisis de 1808. La Guerra de la Independencia y los comienzos de la revolución liberal.
11.2. Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.
11.3. Fernando VII: Absolutismo y liberalismo.
11.4 La emancipación de la América española.

12. La construcción y consolidación del Estado liberal.
12.1. El reinado de Isabel II. La oposición al liberalismo: Carlismo y guerra civil. La cuestión foral. Construcción y evolución del Estado liberal.
12.2. El Sexenio democrático (1868-1874): Intentos democratizadores. La revolución, el reinado de Amadeo I y la Primera República.
12.3. El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del sistema canovista.
La oposición al sistema. Nacimiento de los nacionalismos periféricos. Guerra colonial y crisis de 1898.

13. Transformaciones económicas y cambios sociales en el siglo XIX y primer tercio del siglo XX.
13.1. Transformaciones económicas. Proceso de desamortización y cambios agrarios. Las peculiaridades de la incorporación de España a la revolución industrial. Modernización de las infraestructuras: El impacto del ferrocarril.
13.2. Transformaciones sociales. Crecimiento demográfico. De la sociedad estamental a la sociedad de clases. Génesis y desarrollo del movimiento obrero en España.
13.3. Transformaciones culturales. Cambio en las mentalidades. La educación y la prensa.

14. La crisis del Estado liberal, la Segunda República y la guerra civil.
14.1. Panorama general del reinado de Alfonso XIII. Intentos de modernización. El Regeneracionismo. Crisis y quiebra del sistema de la Restauración. La Guerra de Marruecos. La dictadura de Primo de Rivera.
14.2. La Segunda República. La Constitución de 1931. Del bienio reformista al radicalcedista. La Revolución de 1934. Las elecciones de 1936 y el Frente Popular. Política de reformas y realizaciones culturales.
14.3. La sublevación militar y el estallido de la guerra civil. El desarrollo de la guerra: Etapas  y evolución de las dos zonas. La dimensión política e internacional del conflicto. Las consecuencias de la guerra.

15. La dictadura franquista.
15.1. La creación del Estado franquista: Fundamentos ideológicos y apoyos sociales. Evolución política y coyuntura exterior. Del aislamiento al reconocimiento internacional. El exilio.
15.2. La consolidación del régimen. Las transformaciones económicas: De la autarquía al desarrollismo. Los cambios sociales.
15.3. Elementos de cambio en la etapa final del franquismo. La oposición al régimen. Evolución de las mentalidades. La cultura.

16. La España actual.
16.1. La transición a la democracia. La Constitución de 1978. Principios constitucionales y desarrollo institucional. El estado de las autonomías y su evolución.
16.2. Los gobiernos democráticos. Los desafíos del golpismo y del terrorismo. Cambios políticos, sociales y económicos. Cultura y mentalidades.
16.3. La integración de España en Europa. España en la Unión Europea. El papel de España en el contexto internacional.

Tema 2. La Prehistoria, la Hispania romana y la monarquía visigoda.

TEMA 2: La Prehistoria, la Hispania romana y la monarquía visigoda.

a)      La Prehistoria.
·         Paleolítico.
·         Mesolítico o Epipaleolítico.
·         Neolítico.
·         La Edad de los Metales.
b)      Las colonizaciones.
c)      Los pueblos prerromanos en la Península Ibérica.
d)      La Hispania romana
·         Conquista.
·         La romanización.
·         La organización política.
·         Estructura social.
·         Economía.
·         La crisis del siglo III.
e)      La Hispania visigoda.
·         Formación del reino de Toledo.
·         La organización política.
·         Sociedad y economía.

a)      LA PREHISTORIA.

  • PALEOLÍTICO (800000 a.C-10000 a.C)

   Paleolítico significa antigua edad de piedra.  El concepto hace referencia a la técnica lítica empleada, la piedra tallada. Este período se divide en tres etapas: Paleolítico inferior (800000-100000 a.C), Paleolítico medio (100000-35000 a.C) y Paleolítico superior (35000-10000 a.C). Las características generales de este período son las siguientes:

  • Evolución biológica del hombre. Se alcanzan los rasgos físicos actuales y se desarrollan las capacidades intelectuales de los seres humanos. Los homínidos descubiertos en la península Ibérica son el Homo antecessor (800000 años, restos hallados en el yacimiento burgalés de Atapuerca, uno de los principales yacimientos de fósiles humanos del mundo), Homo heidelbergensis (300000 años, Atapuerca), Homo sapiens neanderthalensis (100000 años, Atapuerca, Granada, Gerona, Gibraltar) y Homo sapiens sapiens (35000 años, numerosos yacimientos en toda la Península).

  • Predominio de una economía depredadora. El hombre no es capaz de producir los alimentos que consume, es decir, caza, pesca y recolecta frutos, plantas, etc. Por ello, los seres humanos eran nómadas, los asentamientos eran estacionales y se situaban en cuevas o en las riberas de los ríos.

  • Evolución cultural. Se observa en los cambios de la técnicas líticas (se pasa de la técnica de lascas a la de hojas). Los útiles son más variados: puntas de flechas, raederas, cuchillos, buriles, etc. En el Paleolítico superior, hay una mayor abundancia de objetos de madera y hueso. Otros indicadores de la evolución cultural son la aparición del fuego, los ritos religiosos, los enterramientos, el lenguaje, etc.

  • Importantes manifestaciones artísticas, especialmente en la región cantábrica. Destaca la pintura rupestre caracterizada por su policromía, el realismo, la representación de figuras aisladas (preferentemente de animales), el aprovechamiento de los salientes y entrantes de las paredes para dar volumen a las figuras, etc. Algunos yacimientos son Altamira, el Castillo, Tito Bustillo, etc.

  • MESOLÍTICO O EPIPALEOLÍTICO (10000 a.C-5500 a.C).

Mesolítico: el concepto hace referencia a las culturas en proceso de neolitización.
Epipaleolítico: culturas que manifiestan una continuidad con los cazadores-recolectores del Paleolítico.  
Las características más destacadas de esta etapa son las siguientes:

·         Cambio climático. El clima se hace más cálido, lo que supone el desplazamiento hacia el norte de animales objeto de caza durante el Paleolítico. Por ello, la pesca adquiere una gran importancia y los principales yacimientos se localizan en la costa (por ejemplo, la cultura asturiense en el Cantábrico) o en la proximidad de los ríos.
·         Microlitismo. Útiles de piedra de escasas dimensiones, lo que demuestra un mayor desarrollo técnico
·         Pintura rupestre. Los principales yacimientos se localizan en el Levante peninsular. Aparecen al aire libre (abrigos naturales), las pinturas son monocromas (rojo y negro), hay predominio del esquematismo, las figuras forman escenas, es frecuente la representación de la figura humana, y hay una jerarquización de las figuras. Ejemplos son Valltorta (Castellón) o Cogull (Lérida).
                                                                                 

  • NEOLÍTICO (5500-2500 a.C)

Neolítico: significa nueva piedra, es decir, el concepto hace referencia a la técnica del trabajo de la piedra, la pulimentación, frente a la piedra tallada característica del período anterior.
   Lo más importante del período es el cambio socioeconómico debido a la aparición de la economía productora (agricultura y ganadería). Otras características son la sedentarización del hombre (poblados), la aparición de la cerámica (fósil-guía que permite identificar los diferentes grupos culturales), el surgimiento de las jerarquías sociales, etc. Las principales culturas del Neolítico peninsular son las siguientes:

  • Cultura de la cerámica cardial. Se desarrolla en Cataluña, Levante y Andalucía. Caracterizada por una decoración impresa utilizando la concha de un molusco, el cardum edule.

  • Cultura de los sepulcros en fosa. Su principal rasgo son los enterramientos individuales con ajuar. Cataluña.

  • Cultura  almeriense. Enterramientos colectivos en tumbas circulares.

  • Megalitismo (grandes piedras). Construcción de enterramientos circulares utilizando grandes bloques de piedra (dólmenes). Importante en el sureste de la península.  La Cueva de Menga, Cueva de El Romeral, ambas en la provincia de Málaga, son dos ejemplos.

  • EDAD DE LOS METALES (2500-750 a.C). Se caracteriza por la aparición de la metalurgia. Esta innovación favoreció los intercambios comerciales y el contacto entre las diversas culturas.
    • Edad del cobre o Calcolítico (2500-1800 a. C). Se desarrollan dos importantes culturas. La cultura de Los Millares (Almería), que se relaciona con los yacimientos de cobre de la zona y se caracteriza por los enterramientos colectivos en tumbas megalíticas. Y las culturas de vaso campaniforme, culturas que tienen en común el uso de vasos cerámicos (cerámica incisa con motivos geométricos) en forma de campana invertida. Los enterramientos son individuales con ajuar, y se desarrolla en toda Europa.
    • Edad del bronce (1800-750 a.C). Las culturas de este período son:
ü  Cultura de El Argar (Almería). Se desarrolla en Granada, Jaén, Almería y Murcia. Los poblados se sitúan en lugares altos y estratégicos. Un rasgo de esta cultura son los enterramientos individuales con ajuar.
ü  Cultura de las motillas de La Mancha. Caracterizada por los poblados fortificados situados en lugares altos.
ü  Cultura de los campos de urnas. Se localiza en Cataluña y Aragón. Presenta como innovación la incineración de los muertos, depositándose las cenizas en unas urnas de cerámica.
ü  Cultura talayótica (Islas Baleares). Caracterizada por poblados fortificados donde aparecen tres edificios ciclópeos: talayot (torreón), taula (dos grandes piedras en forma de t) y naveta (forma de nave invertida), lugar donde se practicaban enterramientos colectivos.
§Edad del hierro. Se perfilan las culturas que posteriormente se van a desarrollar. En Andalucía y Levante, la cultura tartésica y la ibérica. En la zona noroeste, la cultura castreña (poblados fortificados), y en el centro la cultura celtibérica.

b)      LAS COLONIZACIONES.

   El concepto hace referencia a la llegada y al asentamiento en la península Ibérica de pueblos procedentes del Mediterráneo: fenicios, griegos y cartagineses. Estos pueblos tuvieron una gran influencia en las primeras culturas del hierro peninsular. Los asentamientos fueron limitados y efímeros, centrados en los intercambios comerciales o en el control de las riquezas mineras.

  • Fenicios. Sus asentamientos se limitan a la costa andaluza y al valle del Guadalquivir. Los principales son Gadir (1100 a.C o siglo VIII a.C), Malaka, Abdera y Sexi. Sus principales aportaciones fueron técnicas mineras y constructivas, divinidades, formas artísticas, cerámica, etc. Ejercieron una gran influencia en la cultura tartésica.
  • Griegos. Su presencia se remonta al siglo VII a. C. Establecieron una serie de factorías comerciales a lo largo de la costa mediterránea (desde Cataluña hasta Andalucía). Su colonia más importante fue Emporion (Ampurias). Los griegos tuvieron una gran influencia en el arte y en la lengua de las culturas ibéricas.
  • Cartagineses. La presencia cartaginesa se remonta al siglo V a. C y se basa en motivos comerciales y, especialmente, militares (enfrentamiento con Roma por el control del Mediterráneo occidental, guerras púnicas). Sus principales bases fueron Cartago Nova e Ibiza.

c)      LOS PUEBLOS PRERROMANOS.

  • Tartessos. La cultura tartésica se remonta al siglo X a. C y se localiza en el Valle del Guadalquivir y se relaciona con la existencia de importantes yacimientos mineros de cobre, oro y plata (Minas de Río Tinto). Ésta influenciada por la colonización fenicia. Durante los siglos VIII-VI a. C, se asiste al apogeo de la cultura tartésica. Posteriormente, entró en declive por razones desconocidas (lusitanos, cartagineses, colapso económico…). Una característica es la riqueza de la cultura material (joyas, cerámica, etc.) frente a la pobreza de los poblados encontrados.
  • Iberos. Conjunto de pueblos (ilergetes, lacetanos, turdetanos, edetanos, etc.) asentados en la fachada mediterránea y Andalucía que, a partir del siglo X a. C, recibieron una serie de aportaciones de los pueblos colonizadores: uso del hierro, moneda, escritura, etc. Sus principales características son:
    • Políticas. Las formas de gobierno son múltiples: gobiernos aristocráticos, monarquía, etc.
    • Hábitat. Los poblados se situaban en lugares altos y amurallados.
    • Actividad económica. Practicaban la agricultura de secano (trigo, cebada), la cría de animales (sobre todo, caballos por la actividad guerrera de estos pueblos) y los intercambios comerciales con los pueblos colonizadores.
    • Religión. Eran politeístas. Practicaban la incineración de los muertos. Destacan la representación escultórica de divinidades: dama de Elche, dama de Baza, etc.
    • Sociedad. Sociedad muy jerarquizada, bajo el control de una aristocracia guerrera. Una práctica social común era la llamada devotio ibérica, que era un pacto de fidelidad a un caudillo militar hasta la muerte.

  • Celtas. Pueblos indoeuropeos que penetraron en la península Ibérica a partir del siglo X a. C. Se establecieron en la cornisa cantábrica, Cataluña, Meseta y en la zona oeste de la península. Presentaban las siguientes características.
    • Políticas. Gobernados por una asamblea de ancianos y otras personas de relevancia social.
    • Hábitat. Los poblados se situaban en lugares altos, rodeados de empalizadas y fosos (castros).
    • Actividad económica. Practicaban una agricultura basada en el cultivo de los cereales y las legumbres, y la ganadería trashumante. Una actividad muy importante era la metalurgia.
    • Religión. Eran politeístas. Gran número de divinidades, relacionadas con el culto a la naturaleza.
    • Sociedad. Sociedad caracterizada por la existencia de tres instituciones importantes: gentilidad (agrupación familiar en un clan suprafamiliar que se basa en la existencia de un antepasado común), hospitalidad (vinculación de un individuo con una gentilidad diferente a la suya), y clientela (relación entre una persona o grupo y un patrono que, a cambio de la fidelidad de esa persona o grupo, les proporciona beneficios sociales o económicos).

d)      LA HISPANIA ROMANA.

  • CONQUISTA (218 a. C-19 a. C)
   La primera fase (218-206 a. C) se sitúa en el contexto de la II Guerra Púnica y se caracterizó por la ocupación de la franja mediterránea. Esta fase concluyó con la ocupación de Cádiz en el 206 a. C. La segunda se desarrolló entre los años 206 a. C y 83 a. C, ocupando el centro y el oeste de la Península. La conquista romana encontró una gran resistencia de los pueblos indígenas como, por ejemplo, en la Guerra de los lusitanos (155-139 a. C, asesinato del caudillo lusitano Viriato) y en la Guerra celtibérica (154-133 a. C, episodio de Numancia). La tercera fase (83-19 a. C) supuso la ocupación del norte  y el sometimiento de astures y cántabros.

  • ROMANIZACIÓN.

   La romanización es la asimilación de la cultura y de las formas de vida romanas (lengua, derecho, religión, sistema social, sistema administrativo, etc.) por parte de los pueblos peninsulares. Las principales características de la romanización fueron:

    • No tuvo un carácter uniforme, fue más intensa en el sur y en este de la península Ibérica.
    • No fue una consecuencia de la conquista, sino un proceso lento y dilatado en el tiempo.
    • No desaparecieron completamente las formas culturales ibéricas y celtas.
             
          Los medios de la romanización fueron:

·         Urbanización. La adopción del modelo administrativo romano en las ciudades.
·         Ejército. Los romanos reclutaban tropas auxiliares entre los indígenas. Éstos entraban en contacto con las formas de vida romanas. Al término del servicio militar, conseguían la ciudadanía romana y tierras.
·         Concesión de la ciudadanía romana a la aristocracia indígena para asegurarse su apoyo y su colaboración.

  • ESTRUCTURA POLÍTICO-ADMINISTRATIVA.

   Roma dividió el territorio peninsular en provincias. En la etapa republicana (197-27 a. C), se crearon dos provincias, la Hispania Citerior (Cartago Nova) e Hispania Ulterior (Corduba). Cada provincia estaba dirigida por un pretor (mando sobre una legión), cargo anual que, en el inicio de su mandato, emitía un edictum que establecía las normas de su gobierno. Al concluir el año, debía rendir cuentas de su gestión ante el Senado romano. En caso de peligro, se enviaba un cónsul (mando sobre dos legiones).
          Durante la etapa imperial (hasta el 476), la estructura administrativa tuvo diversos cambios. Octavio Augusto (primer emperador romano) realizó una importante reforma administrativa cuyas principales características fueron:
·         Nueva división provincial: Tarraconensis (antigua Hispania Citerior; Tarraco), Lusitania (parte de la Hispania Ulterior; Emerita Augusta) y Betica (Hispania Ulterior; Corduba).
·         Creación de dos clases de provincias: provincias senatoriales (totalmente pacificadas y administradas por el Senado romano; Betica) y provincias imperiales (no pacificadas, administradas por el emperador a través de un delegado).
·         Aparición de los conventos jurídicos. Eran distritos con funciones administrativas, judiciales y económicas.
  
   En el año 212, el emperador Caracalla concedió la ciudadanía a todos los habitantes del Imperio. Esto supuso una nueva forma de administrar las ciudades:
·         Comicios o asambleas de ciudadanos. Encargados de  la votación de leyes, la elección de magistrados, etc.
·         Magistrados. Tenían funciones ejecutivas. Había tres clases de magistrados: duunviros (administración de los asuntos municipales), ediles (encargados de la seguridad pública, abastecimiento de los mercados, etc.) y cuestores (finanzas).
·         Consejo Municipal. Formado por los decuriones (aristocracia urbana), antiguos magistrados con influencia en los comicios.


  • ORGANIZACIÓN SOCIAL.

   Las categorías sociales se establecían en función de estatutos jurídicos diferenciados. Existían dos grandes grupos: libres y esclavos. Estos últimos no tenían derechos civiles, ni políticos. Los libres incluían las siguientes categorías:

  • Ciudadanos romanos. Disfrutan de derechos políticos y civiles. Existían dos grandes grupos. Los ciudadanos pertenecientes a los órdenes (nobleza)  y los ciudadanos no pertenecientes a los órdenes. A su vez, los ciudadanos pertenecientes a los órdenes se dividían en el orden senatorial (grupo minoritario cuyos miembros podían ser senadores y ocupaban los cargos políticos, militares y religiosos más importantes), el orden ecuestre (ocupaban cargos de menor importancia como las magistraturas de cohorte, la prefectura de caballería, etc.), y el orden decurional (nobleza urbana y local que se ocupaba de la administración municipal). Los ciudadanos romanos no pertenecientes a los órdenes (plebe). Tenían derechos políticos y civiles. Su nivel de riqueza era variable.
  • No ciudadanos. Tenían derechos civiles, pero carecían de derechos políticos
  • Libertos. Esclavos manumitidos. Tenían derechos civiles, pero estaban vinculados a sus antiguos propietarios (patronos).

  • ECONOMÍA.

   El sistema económico romano se basaba en la utilización de esclavos que, en su mayor parte, procedían de las conquistas militares. Las actividades económicas más destacadas fueron:

Ø  Agricultura. Basada en la tríada mediterránea: cereales, vid y olivo. Parte de la producción se exportaba a otras zonas del Imperio.
Ø  Minería. Hispania fue el distrito minero más rico del Imperio Romano. La riqueza minera fue una de las razones de la conquista. Las minas pertenecían al Estado romano que las explotaba directamente o las alquilaba a particulares. Los principales recursos mineros eran oro (León, Galicia, Asturias), plata (Huelva, Murcia), cobre (Huelva), estaño (Extremadura, Galicia) y mercurio (Ciudad Real).
Ø  Comercio. Tuvo un gran desarrollo por la importancia de las ciudades en el sistema económico romano y por la construcción de una importante red viaria (calzadas romanas). Éstas permitían una rápida circulación de de los productos por todo el Imperio. Las principales exportaciones hispanas eran el aceite, el vino, el trigo, el garum, los metales, la cerámica, los esclavos, etc.


o   LA CRISIS DEL SIGLO III. 


    Durante la segunda mitad del siglo III, el Imperio Romano entró en crisis. Las principales razones fueron:
·         Debilidad del poder político central. Se debió a la intervención constante del ejército en la vida política mediante el nombramiento de los emperadores.
·         Inseguridad de las fronteras. Se produjo por la presión de los pueblos germanos que, en ocasiones, penetraron en el interior del Imperio.
·         Decadencia de las ciudades y de la economía urbana. La paralización de las conquistas militares supuso el declive del sistema esclavista y, por otro lado, la inseguridad reinante se tradujo en el empobrecimiento de las ciudades.                       
              La consecuencia fue la ruralización de la economía que se manifestó en la aparición de una aristocracia rural, propietaria de latifundios autosuficientes económicamente. Éstos eran explotados por colonos, vinculados a los grandes propietarios de tierras, estableciéndose entre ellos una relación personal (trabajo a cambio de protección). Este sistema se denomina colonato.
       A finales del siglo III y principios del IV, el emperador Diocleciano (284-305)  realizó una serie de reformas que lograron frenar la crisis política. Desde el punto de vista administrativo, Diocleciano dividió Hispania en siete provincias: Gallaecia, Tarraconense, Carthaginense, Lusitania, Betica, Balearica y Mauritania Tingitana. Estas provincias se integraban en una división administrativa de mayor rango, la diócesis (Diócesis Hispanorum) dirigida por un vicario (vicarius). A su vez, la Diócesis Hispanorum se integraba en una prefectura (Praefectura Galliarum).
   

e)      LA HISPANIA VISIGODA


o   FORMACIÓN DEL REINO DE TOLEDO.

   A finales del siglo IV, los pueblos germanos penetran y se asientan en el Imperio Romano. Algunos de ellos establecieron un foedus (pacto) con Roma, convirtiéndose en federados. Roma les concedía tierras a cambio de realizar tareas militares. En el año 409, tres pueblos germanos, suevos, vándalos y alanos, penetraron en la península Ibérica. Los suevos se establecieron en Gallaecia, los vándalos en la Betica y los alanos en la Lusitania y la Carthaginense. Los suevos establecieron un reino sólido en la actual Galicia y Roma reaccionó enviando a la península a uno de los pueblos germanos federados, los visigodos. Los visigodos constituyeron un reino en el sur de la Galia (actual Francia) denominado Reino de Tolosa. En el año 507, los visigodos fueron derrotados por los francos (otro pueblo germano) en la Batalla de Vouillè. La derrota supuso el establecimiento definitivo de los visigodos en la península Ibérica y la formación del Reino de Toledo. Pese a su escaso número (alrededor de 200000), la población hispanorromana no ofreció resistencia a la ocupación porque consideraban la presencia visigoda como una continuación del orden romano una vez desaparecido el Imperio Romano de Occidente en el 476. El Reino de Toledo logró el control de todo el territorio peninsular durante los reinados de Leovigildo (568-586) y Suintila (621-631). Leovigildo derrotó a los suevos y a los vascones, e intentó expulsar a los bizantinos que se habían establecido en la península en el 554. Suintila consiguió la expulsión de los bizantinos.
   El fin del reino visigodo está relacionado con la forma de la monarquía visigoda. Era una monarquía electiva, lo que provocaba importantes divisiones internas. A la muerte del rey Witiza (710), fue elegido rey don Rodrigo. La elección no fue aceptada por los witizanos y reclamaron la ayuda de los musulmanes ya establecidos en el norte de África. En el año 711, los musulmanes desembarcaron en la península y derrotaron a los visigodos en la Batalla del río Guadalete.


o   LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA.

   La monarquía visigoda era electiva. Los monarcas eran elegidos por una asamblea de hombres libres. Este tipo de monarquía fue un importante factor de inestabilidad política porque la sucesión provocaba el enfrentamiento entre diversas facciones. El monarca  se apoyaba en una serie de instituciones para ejercer su labor:
ü  Aula Regia. Era un órgano de carácter consultivo y legislativo en cuestiones militares, judiciales y políticas. Estaba integrado por nobles, jueces, jefes militares y gobernadores. Las decisiones del Aula Regia eran ejecutadas por el Officium Palatinum, órgano integrado por nobles al servicio del rey. El Aula Regia es el antecedente de la Curia Regia y de las Cortes.
ü  Concilios de Toledo. Eran asambleas político-religiosas cuyas decisiones se convertían en leyes tras ser aprobadas por el monarca.
ü   Administración territorial. El territorio estaba dividido en provincias que eran dirigidas por duques, y las provincias en ciudades, gobernadas por condes.


o   SOCIEDAD Y ECONOMÍA.


   Los visigodos eran una minoría (200000) frente a la población hispanorromana (8000000). La característica social más importante era la acusada distinción jurídica entre visigodos y los hispanorromanos. Esa diferenciación desapareció con la adopción de una serie de medidas:
§  Autorización de los matrimonios mixtos (583, Leovigildo).
§  El abandono del  arrianismo y la adopción del catolicismo (Recaredo, 589, III Concilio de Toledo).
§  La promulgación del Liber Iudiciorum (654 o 656, Recesvinto), que unificó los derechos germano y romano, terminando de este modo con la pluralidad jurídica. Es el antecedente del Fuero Juzgo que se aplicó en los reinos cristianos.

           La principal actividad económica era la agricultura. Se introdujo la encomendación: sistema agrario de producción en el que un hombre libre se vinculaba a un señor mediante un pacto de fidelidad, recibiendo tierras y protección a cambio de sus servicios.


             

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