TEMA 16: Transformaciones económicas y cambios sociales en
el siglo XIX
1) Economía.
La
economía española manifiesta un crecimiento
lento si lo comparamos con las transformaciones aceleradas que experimentan
otros países europeos en el mismo período. Las causas del retraso económico español son las siguientes:
a) Condiciones geográficas (clima, orografía, etc) que no favorecen las
comunicaciones interiores, lo que hacía difícil el desarrollo de un mercado
nacional articulado.
b) Escasez de materias primas y de fuentes de energía: necesidad de importar hierro o dificultad de la
extracción minera. Fue un obstáculo para el desarrollo industrial.
c) Lento crecimiento demográfico. Lo que provocó la falta de mano de obra industrial y
dificultó la creación de un mercado interior capaz de absorber la producción.
La población sobrante emigraba hacia América.
d) Pérdida de las colonias americanas, que supuso la falta de mercados y de materias primas
que hubieran sido fundamentales para generar el despegue industrial.
e) Falta de capitales. No se produjo una acumulación de capitales, ni existió una mentalidad
inversora comparable a la de otras burguesías europeas (salvo en Cataluña). Por
esta razón, hay una fuerte dependencia de capitales extranjeros, esenciales
para la construcción ferroviaria y para el despegue siderúrgico del Norte.
f) Papel del Estado. La política de protección de la industria nacional impedía la
renovación tecnológica de la misma y, por lo tanto, no era una industria
competitiva. El Estado, además, acaparó los capitales existentes (altos
intereses de la deuda pública) que no se invirtieron en actividades
productivas.
a) Las transformaciones de
la propiedad de la tierra: las desamortizaciones. El sector agrario.
La desamortización es
la nacionalización de bienes raíces de propiedad colectiva eclesiástica o
civil, que tras ser puestos en venta en subasta pública, pasan a formar una
propiedad nueva, privada, con libertad plena de disposición.
En el siglo XVIII, los ilustrados
consideraban que la principal causa del estancamiento agrario era la existencia
de bienes amortizados (eclesiásticos, nobiliarios o comunales) proponían su eliminación.
En 1798 fueron desamortizados algunos bienes eclesiásticos para obtener
recursos con los que financiar la deuda pública. Las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal continuaron con la
desamortización de bienes eclesiásticos y bienes comunales.
La primea gran desamortización del siglo
XIX fue la desamortización de Mendizábal. El Decreto de 19 de
febrero de 1836 declaraba en venta todos los bienes pertenecientes al clero
regular y se destinaban los fondos obtenidos a la amortización de la deuda
pública. En el Decreto se exponían una serie de objetivos: el saneamiento de
la Hacienda Pública, reduciendo la deuda pública; conseguir el acceso a la
propiedad de la burguesía, que mejorarían la producción y la revalorizarían;
crear un sector social de nuevos propietarios vinculados al régimen liberal;
obtener fondos para el sostenimiento de la guerra carlista.
La venta de bienes desamortizados alcanzó
su ritmo más alto en el período 1841-1843, porque se incorporaron los bienes
del clero secular. Los gobiernos moderados suspendieron las ventas en 1844. Entre 1836 y1844 se habían vendido
propiedades por valor de 3247 millones de reales. Esta desamortización afectó
al 62% de las propiedades del clero. La forma de traspasar las propiedades
del Estado a los compradores fue la subasta pública. Las condiciones favorecían a los compradores, porque podían pagar en
títulos de la deuda pública (valor de emisión) y el precio de salida era muy
bajo. Se abonaba un 20% al contado, el resto se aplazaba y se admitía el pago
en títulos de deuda pública. El volumen de lo recaudado fue de 4500
millones de reales, pero sólo 500 millones en metálico, el resto en títulos de
deuda pública.
Consecuencias:
- La Iglesia perdió gran parte de su poder
económico. Además, en 1837, se suprimió el diezmo.
- No resolvió los problemas de la deuda pública,
pero este problema quedó atenuado.
Se consiguió amortizar unos 5000 millones de los 14000 millones de
deuda pública.
- La desamortización no produjo un aumento
significativo de la producción agraria. Los nuevos propietarios no
introdujeron, por regla general, mejoras, sino que siguieron cobrando las
rentas de la tierra.
- Reforzó la estructura de la propiedad de la
tierra: acentuó el latifundismo en Andalucía y en Extremadura, y el
minifundismo en el Norte.
- Provoco la miseria de una gran parte de los
campesinos.
- Las compras realizadas por los campesinos fueron
muy escasas, ya que carecían de capitales, de formación y de medios.
- Los grandes beneficiados fueron la nobleza, la
burguesía y los funcionarios civiles y militares.
La segunda gran desamortización del
siglo XIX fue la de Madoz (Ley de Desamortización General de 1 de mayo de
1855). Más importante que la de
Mendizábal por su duración (se prolongó hasta finales del siglo XIX), por el
volumen de las ventas (8200 millones de reales), y por las repercusiones
sociales (afectó a todos los sectores sociales). La ley ponía en venta los
bienes del clero regular y secular, no afectados o que hubiesen quedado sin
vender en anteriores desamortizaciones, pero también afectaba a los bienes del Estado, Órdenes Militares,
instituciones benéficas y educativas, municipios y otros bienes amortizados, es
decir, supuso la liquidación definitiva de la propiedad amortizada. Se
denomina desamortización civil porque el 67% de los bienes procedían de
instituciones civiles. Casi el 50% eran bienes municipales. Estos bienes eran
de dos clases: bienes de propios (bienes municipales que eran
arrendados a particulares para financiar los gastos municipales) y bienes
comunales o baldíos (bienes municipales que eran aprovechados libre y
gratuitamente por los vecinos). A diferencia de la desamortización de
Mendizábal, sólo se admitía el pago en
metálico (debía hacerse un pago inicial del 10% y el resto se aplazaba). El
principal objetivo era solucionar el problema de la deuda pública. Para
ello, el Estado, con lo obtenido de la venta de los bienes, compraba los
títulos de la deuda pública por su valor de cotización.
Consecuencias:
- Reforzamiento del latifundismo, debido a la gran extensión que ocupaban las
tierras de propios y comunales. Además, los compradores remataban varias
fincas a la vez. Este proceso se produjo en el Centro y en el Sur del
país.
- Privó a los campesinos de los usos colectivos de
los bienes comunales. Supuso que
muchos campesinos, pequeños y medianos propietarios, perdieran sus
propiedades, porque esos usos colectivos eran imprescindibles para el
mantenimiento de sus propiedades. Este hecho se observa en el aumento de
la emigración de la población rural hacia a América y a las ciudades a
finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
- Provocó la quiebra de los servicios municipales.
- Cambios profundos de la agricultura española de
finales del siglo XIX. Se
produjo un aumento de la producción agraria, ya que muchos propietarios,
atraídos por la elevación de los precios agrícolas debida a la política
proteccionista, pusieron en cultivo parte de estas tierras. Es decir, la
producción se elevó por un aumento de la superficie cultivada y no por el
de la productividad que, incluso, bajó al ponerse en cultivo tierras
marginales. Esta práctica impidió la modernización de las explotaciones
agrarias.
- Influencia negativa en la industrialización porque se invirtieron en la adquisición de
tierras los capitales que la industria necesitaba. El capital de las
sociedades industriales por acciones, en 1865, era de 98 millones de reales, mientras que en el período 1856-1865 se
vendieron tierras por valor de 816 millones de reales.
- Contribuyó, junto con otros factores, a crear la
denominada “cuestión social”, es
decir, los graves problemas sociales que empezaron a manifestarse en el campo
español desde mediados del siglo XIX: revueltas agrarias que mostraban el
rechazo a la política desarrollada por los liberales.
Otros
cambios legislativos que tenían como objetivo poner fin al Antiguo Régimen y
establecer la propiedad privada y la libertad de mercado fueron:
o
La eliminación
definitiva de la vinculación. Decreto de 30 de agosto de 1836 que extinguía
los mayorazgos y otras formas de vinculación.
o
La supresión
del régimen jurisdiccional (2 de febrero de 1837). Suponía la
desaparición de los derechos señoriales y la transformación de los señoríos en
propiedades privadas.
o
La libertad de
cercamiento de tierras y de comercialización de los productos agrarios (Decreto
de 6 de septiembre de 1836 de fomento de la agricultura y de la ganadería). Establecía
la libertad de los propietarios para vallar sus propiedades, el libre comercio
de granos y la libertad de precios.
El sector agrario
A
comienzos del siglo XIX, la agricultura
era la base de la riqueza nacional porque suponía el 56% de la producción total
del país (82% si se incluye la ganadería). El sector agrario presentaba los
siguientes problemas:
- La existencia de un mercado pequeño de bienes libres, lo que era una traba para
el desarrollo agrario.
- La explotación
de la tierra era deficiente. Predominaba el barbecho, la mecanización
era prácticamente nula y no se utilizaban abonos artificiales.
- Los excedentes
agrarios no se invertían en la modernización de las explotaciones
agrarias, sino en bienes suntuarios.
- El enfrentamiento
entre agricultores y ganaderos: prohibición del cercamiento de campos,
dificultades para roturar montes y baldíos, etc.
El resultado era la existencia de una gran
parte de las tierras sin cultivar. En 1803 sólo se cultivaban el 23% de las
tierras. Los cultivos principales eran los cereales, el olivo y la vid (tríada
mediterránea).
La legislación
aprobada por los liberales (desamortización, eliminación de señoríos y
mayorazgos, etc) tuvo las siguientes consecuencias:
o
Aumento de la
producción agraria. El aumento se produjo por la puesta en cultivo
de varios millones de hectáreas entre 1818 y 1860. En muchos casos eran tierras
marginales, lo que significó una disminución de los rendimientos agrícolas
(1800: 6,3 Qm/ha; 1860: 5,8 Qm/ha). La disminución se explica también por la
permanencia de unas técnicas de explotación arcaicas.
o
Los cultivos
fundamentales siguen siendo los cereales, que eran la base de la alimentación de la mayoría de la población. La
patata y el maíz experimentaron un importante crecimiento en el Norte del país.
o
Crisis
agrarias periódicas: 1825, 1837, 1847, 1856, 1867 y1868. Limitaban la
capacidad de compra de los campesinos y producían hambrunas.
o
Decadencia de
la ganadería. Los liberales
eliminaron los privilegios tradicionales de la Mesta.
o
Política
proteccionista de los moderados. Esta
política garantizaba la venta a precios
elevados de la producción. En los años de buenas cosechas, los precios eran
altos porque no existía la competencia exterior. En los años de malas cosechas,
los precios se elevaban ante la disminución de la oferta.
En definitiva, el estancamiento agrícola impedía el trasvase de mano de obra agraria a la
industria, ni permitía crear un mercado para los productos industriales. La
agricultura fue un obstáculo para el desarrollo de los demás sectores
productivos.
b) Los inicios de la
industrialización y la articulación del mercado interno
El
proceso de industrialización español, si se le compara con el de otros países
europeos, fue muy débil. Las razones del fracaso de la Revolución Industrial
española fueron las siguientes:
a.
El bajo nivel
de vida de la población española impedía la formación de un mercado que favoreciera la producción de artículos
de consumo.
b.
El débil
desarrollo de las industrias de bienes de consumo era un obstáculo para el desarrollo de un sector
industrial básico: la industria siderúrgica.
c.
La falta de un
mercado interno articulado, ya que la
ausencia de una red de carreteras y de
ferrocarriles encarecía hasta tal punto las mercancías que, en ocasiones, era
más barato comprarlas en el extranjero.
d.
La política
proteccionista que, a largo plazo,
hizo de la industria española una de la menos competitiva de Europa: productos
caros y escasa calidad de los mismos.
e.
Falta de
materias primas y fuentes de energía como el carbón.
f.
Atraso
tecnológico español.
g.
Escasez de
capitales nacionales. Estos capitales
se orientaban hacia la compra de tierras desamortizadas.
h.
La debilidad
del sector agrario.
i.
La ausencia de
una mentalidad empresarial y el elevado índice de analfabetismo que dificultaba
la formación de los trabajadores.
j.
La pérdida del
mercado americano y la fuerte inestabilidad política (guerras, revoluciones).
Hacia 1825 se inicia el desarrollo de
una industria moderna con dos sectores básicos: la industria textil y la
industria siderúrgica. La industria
se localiza en zonas periféricas del Norte: Cataluña, País Vasco y Asturias,
con intentos en el sur que fracasaron. Los índices de producción industrial
experimentaron un lento crecimiento desde 1830, duplicándose alrededor de 1860.
Entre 1825 y 1855 hubo un aumento de la actividad en todos los sectores
industriales. A partir de 1856, se
inicia una fase decisiva con la llegada de capitales extranjeros hacia el
ferrocarril que influyeron positivamente en los sectores industriales.
Industria textil
Era
el sector más importante de la industria de bienes de consumo. Este sector se
localizaba en Cataluña. Era una
industria tradicional que había sufrido una grave crisis tras la pérdida de las
colonias americanas. A partir de 1830,
inició una nueva fase expansionista porque se introdujeron procedimientos
modernos de fabricación (maquinaria de vapor) que disminuyeron los costes y los
precios, permitiendo un aumento de las ventas. Además, la política proteccionista,
que prohibía la importación de productos textiles, reservaba a las industrias
catalanas el mercado nacional. El resultado fue un crecimiento continuo hasta
1863.
Industria siderúrgica
Su desarrollo
es más lento y tardío que el de la industria textil. Las razones son
diversas: la falta de un proceso de mecanización, tanto en la agricultura como
en la industria, que disparara la demanda; la posibilidad de importar productos
extranjeros sin aranceles (Ley de Ferrocarriles de 1855); y la escasez, la baja
calidad y el alto coste del carbón español que aumentaban el precio del hierro
nacional.
Desde
1830, la producción siderúrgica se localizaba en Málaga, que utilizaba carbón
vegetal lo que encarecía el precio del hierro. Hacia 1850, la industria asturiana (Mieres, La Felguera) desplazó a la
andaluza gracias a la utilización de carbón mineral (coque), que permitió
abaratar el precio del hierro casi a la mitad (en 1855 la tonelada de hierro colado costaba
632 reales en Málaga y 348 en Asturias). En la década de los 60, se inició el despegue de la industria siderúrgica vizcaína por
la utilización del coque, la calidad del hierro vasco y el proceso de
concentración empresarial. En 1865
se crearon los Altos Hornos de Vizcaya
y en 1880 la industria siderúrgica vasca era la más importante de España.
Minería
España contaba con importantes yacimientos
mineros de plomo, cobre, mercurio, hierro. Algunos eran básicos para la
industria y escasos en Europa. La política del Estado de pedir préstamos en el
extranjero supuso la entrega de las
explotaciones mineras a acreedores extranjeros como garantía del cobro.
Ferrocarril
Desde 1829 se realizaron gestiones para la
introducción del ferrocarril en España, pero hasta 1848 no se inauguró la primera línea ferroviaria, Barcelona-Mataró;
en 1851 la línea Madrid-Aranjuez, y, posteriormente, la línea Gijón-Langreo. La
promulgación de la Ley General de Ferrocarriles (1855) dio un gran
impulso a la construcción ferroviaria. En 1858 se habían construido 850 km de
líneas ferroviarias, en 1866 ya eran
5145 km.
La ley fijaba una serie de condiciones para
la construcción ferroviaria:
- Regulaba la formación de las compañías de
construcción.
- Garantizaba las inversiones extranjeras en caso
de guerra.
- Permitía la importación de material ferroviario
sin pagar aranceles.
- Subvencionaba hasta una tercera parte el coste de
construcción.
- Establecía un plano radial a escala nacional con
centro en Madrid.
- Se optaba por
un ancho de vía de 1,67 m. frente al europeo de 1,44 m. El motivo era
evitar que fuera utilizado por un ejército invasor. Fue un error porque
provocó el aislamiento de la economía española de la europea.
Uno de los problemas principales era atraer
inversiones para financiar la construcción ferroviaria. La aprobación de la Ley
de Banca y Sociedades de Crédito (1856) permitió la aparición de sociedades
de crédito de capital extranjero, sobre todo francés, que dieron lugar a las grandes compañías ferroviarias,
surgidas entre 1856 y 1860: Compañía Madrid-Zaragoza-Alicante, Compañía de los
Caminos de Hierro del Norte y Ferrocarriles Andaluces.
Entre 1855
y 1865 se produjo el boom ferroviario, ya que se construyeron 430 km al año.
La crisis financiera internacional de 1866 paralizó la construcción, que se
reanuda en 1876 a un ritmo menor. La crisis se debió en parte al hundimiento de
las sociedades de crédito que estaban detrás de las compañías ferroviarias.
La construcción ferroviaria contribuyó a la consolidación de un mercado
nacional articulado, es decir, permitió unir los centros productores con los
centros de consumo, facilitando el abastecimiento de las grandes ciudades y el
traslado de materias primas, alimentos, artículos industriales y pasajeros de
un lugar a otro. Sin embargo, el ferrocarril desvió capitales de otros
sectores industriales y la importación sin aranceles perjudicó a la industria
siderúrgica nacional, aunque ésta no estaba preparada para atender la fuerte
demanda de productos siderúrgicos.
Sector financiero
El sector financiero español se
caracterizaba por su retraso en comparación con el de otros países europeos.
Las causas principales eran la inestabilidad política, la no generalización del
sistema de sociedades anónimas hasta 1856, el caos monetario y la deuda pública
que, al ofrecer altos intereses, atraía los capitales existentes.
La aprobación de la Ley de Banca y
Sociedades de Crédito (1856) fue muy importante. En cuanto a la banca, la ley regulaba el derecho de emisión de
moneda, un banco emisor por localidad. Se rebautizaba el Banco de San Fernando
como Banco de España (obtuvo el privilegio de emisión de moneda en 1874). La
ley permitió la creación de bancos como el Banco de Santander y el Banco de
Bilbao (1857). En cuanto a las sociedades de crédito, la ley regulaba la
fundación de sociedades de crédito por acciones, que tenían una mayor libertad
de actuación que los bancos.
La ley favoreció el surgimiento de numerosas
sociedades financieras, cuyas principales operaciones eran la inversión ferroviaria,
el crédito público (deuda pública) y, en menor medida, la inversión industrial.
En 1855 existían cinco bancos por acciones, en 1865 ya eran 58.
Comercio
El comercio interior se reactivó a partir de
1840 por la liberalización de los precios y de los mercados, la
desamortización, la reparación y la construcción de nuevas carreteras, y la
eliminación de aduanas interiores. Se consolidó con la construcción
ferroviaria.
El comercio exterior estuvo influido
negativamente por la pérdida de las colonias americanas durante la primera
mitad del siglo, ya que absorbían más de la mitad del comercio exterior
español. A partir de 1840, se recupera gracias a los intercambios comerciales
con Gran Bretaña y Francia, que suponían las dos terceras partes de las
exportaciones españolas. Una de sus características fue el déficit de la balanza comercial. El comercio se basaba en la
exportación de materias primas minerales y agrícolas y la importación de
productos industriales.
2) Sociedad: estructura y
cambios sociales 1834-1874.
a) Demografía
Las principales
características demográficas son las siguientes:
- Crecimiento
sostenido de la población a lo largo del siglo XIX (11 millones en 1800; 15,5 millones en 1857).
Este crecimiento se debió a la alta tasa de natalidad (37‰) y a la
reducción de la mortalidad por las mejoras médicas, higiénicas y
alimenticias.
- Alta tasa
de mortalidad (27,2‰ en 1850). Las causas son las
guerras del primer tercio del siglo XIX; las epidemias como el cólera (la
epidemia de 1853-1856 provocó 240000 muertos), la tuberculosis, la gripe,
el sarampión...; y las frecuentes crisis de subsistencias, es decir, malas
cosechas agrícolas que provocan hambrunas y la muerte de parte de la
población.
- Importancia
de los fenómenos migratorios. La
razón fue que la rapidez del crecimiento demográfico en comparación con el
crecimiento económico, es decir, se produjo un desequilibrio
población-recursos. La emigración exterior se dirigía fundamentalmente
hacia América (provincias del norte peninsular) y hacia el norte de África
(provincias levantinas). La emigración interna (campo-ciudad) provocó el
aumento de la población urbana y el crecimiento de las ciudades (Madrid,
Barcelona, Bilbao, Zaragoza...). Las principales ciudades eran Madrid y Barcelona
que, en 1853, tenían 236.000 y 210.000 respectivamente. La población
urbana era del 10,4% en 1834 y del 13,5% en 1874.
- Desigual
distribución espacial de la población que supuso el retroceso del centro
frente a la periferia. Sólo el
37,4% de la población vivía en el interior peninsular en 1857. La densidad
de población era de 30,5 hab/km².
b) Estructura social y
cambios sociales
Durante el período se produjo la transición de la sociedad estamental a la
sociedad de clases, porque los cambios introducidos por el liberalismo
(igualdad jurídica, libertad personal y seguridad en la propiedad) pusieron fin
a los privilegios característicos de la sociedad estamental. La nueva sociedad de clases o clasista tenía
como principal elemento de diferenciación social la riqueza y, en menor medida,
el nivel cultural y las formas de comportamiento social. La sociedad de clases era abierta y dinámica,
es decir, era posible la movilidad social, cada persona podía ascender o
descender en la escala social. En este modelo social, la participación política de los ciudadanos queda regulada por el
sufragio censitario. Según el esquema liberal, todos eran ciudadanos pero, en
la práctica, unos tenían más derechos que otros. Esto motivó que surgieran
fuertes tensiones que, en ocasiones, desembocaban en episodios de violencia
social.
·
Clase dirigente: formada por la vieja
nobleza, las altas jerarquías del Ejército, de la Administración, de la Iglesia
y la alta burguesía.
o
Nobleza. Perdió sus privilegios estamentales, pero se benefició
de la legislación liberal sobre la propiedad porque se convirtió en propietaria
y, gracias a la desamortización, logró un gran número de propiedades. Conservó
un fuerte poder político gracias a su influencia sobre la reina, en el ejército
y su control del Senado. En muchos casos, sus intereses coincidían con los de
la alta burguesía (Bolsa, deuda pública, banca, ferrocarril). La alta burguesía
y las clases medias trataban de imitar el comportamiento y el modo de vida de
la nobleza.
o
Altos
mandos del Ejército, jerarquía eclesiástica y los funcionarios de alto rango de
la Administración. Contribuyeron
a sostener a la clase dirigente evitando la democratización del sistema
político, frenando cualquier intento revolucionario y creando en el pueblo una mentalidad
religiosa y tradicionalista enemiga de los cambios.
o
Alta
burguesía. Burguesía
terrateniente y rentista: surgida de la desamortización, no invertía en la
mejora de las explotaciones agrarias y su forma de vida era semejante a la de
la nobleza. Burguesía comercial: importante en las ciudades costeras y
vivían del comercio y de los suministros y contratos estatales. Burguesía
financiera: grandes banqueros, financieros y prestamistas que formaron las
sociedades de crédito que impulsaron la construcción ferroviaria. Burguesía
profesional: abogados, médicos, dirigentes políticos; era un grupo reducido
pero de gran importancia en la dirección política del país. Grandes
industriales: partidarios del proteccionismo y de una legislación laboral
favorable a sus intereses.
La clase dirigente acaparaba totalmente los
centros del poder (gobierno, Cortes, poder judicial, etc) y su nivel de vida era altísimo y su forma de
vida se caracterizaba por el ocio, el gasto y la ostentación. Constituía un
grupo cerrado, reforzado por el matrimonio entre sus miembros, y su moral era
estricta cara al exterior (misa, comunión diaria...), aunque en la intimidad
sus costumbres eran relajadas.
·
Clases medias: Grupo heterogéneo formado por los pequeños
propietarios rurales, oficiales del Ejército, empleados públicos, abogados,
médicos, profesores, pequeños comerciantes, artesanos y pequeños industriales.
Presentan las siguientes características:
o
Sus ingresos son
superiores a los de los obreros industriales y campesinos, pero precarios.
Fuerte dependencia de la situación económica del momento: precios, cosechas,
etc.
o
Obsesionados por
“el qué dirán” y por aparentar lo que no eran.
o
Ideológicamente
conservadores, ya que temían los cambios y caer en la proletarización. Por eso,
apoyaban a los gobiernos que garantizaban el orden y la propiedad, símbolos de
la vida burguesa con la que se identificaban.
o
En la mayoría de
los caso, su bajo nivel de renta les impedía votar, pero era un grupo esencial
para el mantenimiento de la clase dirigente. Su importancia consistía en su no
actividad política, como se demostró cuando dejaron de apoyar a la monarquía de
Isabel II en 1868.
o
Un sector
minoritario (intelectuales) apoyaban a los demócratas.
·
Clases populares: campesinos,
obreros industriales, trabajadores domésticos, etc.
o
Campesinos. Era el grupo social más numeroso del país (en 1860 el
80% de la población). Durante este período, su nivel de vida disminuyó como
consecuencia de la caída de los precios agrícolas y las desamortizaciones. La
sociedad rural era tradicionalista y conservadora, especialmente en el norte y
en Castilla. La mayor parte de los campesinos eran analfabetos. La Iglesia y
los caciques locales ejercían una función de control sobre la población
campesina, que sólo se movilizaba en momentos de malas cosechas. Durante el
reinado de Isabel II no actuaron políticamente, pero, a partir de 1868, la
indiferencia de progresistas, demócratas y republicanos ante los problemas del
campo hizo que muchos campesinos apoyaran el anarquismo.
o
Obreros
industriales. Era un grupo reducido
(4% en 1860), importante en el País Vasco, Madrid, Barcelona y Asturias. Se
concentraban en barrios periféricos, carentes de servicios como alumbrado,
recogida de basuras, sin ningún tipo de asistencia pública o privada. Estos
barrios eran focos de enfermedades infecciosas (tuberculosis, cólera). Sus
condiciones laborales y de vida eran muy duras: jornadas laborales de 12 a 14
horas, accidentes frecuentes, trabajo femenino e infantil (desde los seis
años), salarios muy bajos, analfabetismo, alcoholismo, etc. A partir de 1830,
aparecieron de forma clandestina las primeras organizaciones obreras. En 1840
se fundó la Sociedad de Protección
Mutua de Tejedores de Algodón, cuyo objetivo era la defensa de los
salarios, que fue prohibida en 1844. La primera gran movilización obrera fue la
huelga general de Barcelona de 1855 como protesta por la mecanización de la
industria textil. El Bienio demostró que los progresistas defendían los intereses
de los patronos. Hasta la revolución de 1868, los obreros apoyaron a los
demócratas y republicanos, posteriormente se organizaron en sindicatos
anarquistas y socialistas y en Partido Socialista Obrero Español.
c) Génesis y desarrollo del
movimiento obrero en España
A partir de 1830, aparecieron de forma
clandestina las primeras organizaciones obreras. En 1840 se fundó la Sociedad de Protección Mutua de
Tejedores de Algodón, cuyo objetivo era la defensa de los salarios, que
fue prohibida en 1844. La primera gran movilización obrera fue la huelga
general de Barcelona de 1855 como protesta por la mecanización de la industria
textil. El Bienio demostró que los progresistas defendían los intereses de los
patronos. Hasta la Revolución de 1868, los obreros apoyaron a los demócratas y
republicanos, posteriormente se organizaron en sindicatos anarquistas y socialistas y en Partido Socialista Obrero
Español.
Durante el Sexenio, se asimilaron las
principales corrientes ideológicas europeas: marxismo y anarquismo. La Constitución de 1869 reconocía el derecho
de asociación, lo que permitió el surgimiento de numerosas organizaciones
obreras. En 1870 Fanelli llegó a España
para organizar la sección española de la I Internacional. Un año después, Lafargue agrupó a las asociaciones
marxistas. Tras producirse la división de la I Internacional en 1872, la
sección española apoyó mayoritariamente a la tendencia anarquista. Las
organizaciones obreras vinculadas a la I Internacional fueron declaradas
ilegales en 1874.
Anarquismo
La ideología
anarquista presenta los siguientes rasgos:
·
La defensa de la libertad individual. Se rechaza
cualquier tipo de autoridad y se defiende la abolición del Estado y de sus
instituciones.
·
La supresión de la propiedad privada. Se
defiende el colectivismo, es decir, la sociedad debe organizarse a través de
unidades autosuficientes (comunas), en las que los factores de producción
fueran de propiedad colectiva.
·
El apoliticismo. Rechazan la participación
en la vida política porque consideran que la política es corrupta. Sólo aceptan
la vía sindical.
·
El anticlericalismo, es decir, consideran
que la religión y la Iglesia son obstáculos para la libertad del hombre.
·
La defensa de la revolución y de la huelga
como instrumentos para acabar con el Estado burgués opresor.
Tras la ilegalización de las organizaciones
obreras vinculadas a la I Internacional en 1874, éstas actuaron en la
clandestinidad. En 1881 el gobierno de
Sagasta declaró legales todas las asociaciones obreras, lo que permitió el surgimiento de la Federación de
Trabajadores de la Región Española (FTRE), que tenía sus principales apoyos
en Cataluña y Andalucía. En su seno, se distinguen dos corrientes: la catalana
(integrada por obreros industriales y partidaria de la acción sindical) y la
andaluza (formada por campesinos y partidaria de acciones violentas). En este
contexto, se produjo el asunto de la
Mano Negra, sociedad secreta, a la que se acusó de delitos contra el
Estado, la propiedad y las clases acomodadas. La consecuencia fue la
identificación del anarquismo andaluz y de la FTRE con toda clase de crímenes.
En 1887 la FTRE desapareció.
Durante los últimos años del siglo XIX y
principios del siglo XX, cobraron
importancia las organizaciones anarquistas que practicaban la propaganda de
hecho (atentados, asesinatos, etc.). Fueron frecuentes los atentados y los
asesinatos como la bomba en el Liceo (1893), el asesinato de Cánovas (1897),
los atentados contra Alfonso XIII (1905 y 1906), el asesinato de Canalejas
(1912), etc. La represión policial fue muy intensa y el movimiento obrero
anarquista se debilitó. En 1907 se formó
Solidaridad Obrera al agruparse a una serie de organizaciones anarquistas
catalanas y que tuvo un papel muy destacado en la Semana Trágica. (1909).
La celebración de un Congreso anarquista en Barcelona en 1910 fue muy importante para el
desarrollo del movimiento anarquista porque se tomó la decisión de constituir
la Confederación Nacional del Trabajo
(CNT), que surge en 1911. Esta organización estableció las bases del sindicalismo revolucionario, cuyos instrumentos eran la
huelga general revolucionaria, la acción directa (atentados, sabotajes, etc.) y
la práctica de un radical antiparlamentarismo (apoliticismo). Las
principales bases de la CNT se localizaron en Cataluña, Andalucía, Valencia,
Aragón, Madrid, algunas zonas de Castilla y del Norte. El mismo año de su
fundación fue declarada ilegal, situación que finalizó en 1914. A partir de ese
momento, tuvo un importante desarrollo, llegando a los 750000 afiliados en 1919.
Socialismo
La corriente marxista
del movimiento obrero fue, en un primer momento, minoritaria. Un grupo de
tipógrafos madrileños fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en
1879. Su líder fue Pablo Iglesias y Jaime Vera uno de los principales
teóricos. Los principios teóricos del socialismo, que se recogen en el
programa fundacional del PSOE, eran los siguientes:
a)
La abolición de las clases sociales y la
emancipación de los trabajadores.
b)
La transformación de la propiedad privada
en propiedad colectiva.
c)
La conquista del poder político por la
clase trabajadora.
Junto a
estos principios, se incluyen algunas reivindicaciones laborales, sociales y
políticas:
- Libertades
políticas.
- Legalización
de las huelgas.
- Reducción de
la jornada laboral.
- Leyes
protectoras de la vida y de la salud de los trabajadores.
- Prohibición
del trabajo a niños menores de nueve años.
El objetivo
esencial del socialismo era la revolución, es decir, la toma del poder político
por el proletariado y el establecimiento de una sociedad sin clases. Hasta
llegar a ese momento, era necesario atravesar una larga fase de organización
y propaganda en la que la lucha debería ser pacífica, participando en la vida
política y en los procesos electorales con la finalidad de difundir el mensaje
marxista entre las clases trabajadoras.
En 1888
se fundó la Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato socialista cuyos
objetivos eran plantear reivindicaciones de carácter laboral y la defensa de la
clase trabajadora. El PSOE y la UGT fueron liderados por Pablo Iglesias hasta
su fallecimiento en 1925.
Las dos
organizaciones socialistas mantuvieron malas relaciones con las agrupaciones
anarquistas porque, además de las diferencias ideológicas y estratégicas,
rechazaban el uso de la violencia que practicaban algunas asociaciones
anarquistas.
Desde
1890, el PSOE presentó candidatos a las elecciones y obtuvieron algunos éxitos
en las elecciones municipales, sobre todo en las principales ciudades. Su denuncia
de la Guerra de Cuba y su falta de responsabilidad en el desastre del 98 fueron
factores decisivos para difundir el mensaje socialista e incrementar la
afiliación. Las principales bases del PSOE y de la UGT fueron las regiones
industriales del País Vasco, Asturias y Madrid. En 1919 la UGT tenía 240000
afiliados.
En el año
1909 y hasta 1919, se formó una coalición con los republicanos (conjunción
republicano-socialista). La razón fue la durísima represión del gobierno de
Maura tras los sucesos de la Semana Trágica. Fruto de esta coalición fue la
elección de Pablo Iglesias como diputado por Madrid en 1910. En 1914, el
PSOE era un partido pequeño, pero su fuerza se extendía a las clases medias
atraídas por la postura anticolonialista y pacifista cuando se
estaba desarrollando la Guerra de Marruecos.
Un hecho
fundamental en la evolución del socialismo fue la división interna provocada
por el triunfo de la Revolución rusa. El gobierno comunista decidió formar la
III Internacional (1919), e invitó a sumarse a todos los partidos socialistas
del mundo. El PSOE se mantuvo dentro de la Internacional socialista, aunque
un sector minoritario, los terceristas, fundaron el Partido Comunista de
España en 1921. Pese a la ruptura interna, en las elecciones de 1923, el
PSOE consiguió un gran éxito logrando siete diputados y la victoria en Madrid.
3)
Transformaciones culturales. Cambio en
las mentalidades. La educación y la prensa.
a)
Educación.
Los
ilustrados consideraban que la educación era un factor de progreso y pidieron
su extensión entre las clases populares para combatir el problema del
analfabetismo. Algunos de ellos, como Jovellanos, reclamaron la creación de una
red de escuelas de enseñanza primaria dependientes del Estado. Sin embargo, durante
gran parte del siglo XIX, la tasa de
analfabetismo se situaba en torno al 80%, aunque ese porcentaje era muy
superior entre las mujeres.
La
situación no había mejorado mucho a finales de siglo. La tasa de
analfabetismo era del 63,8% en 1900 (16,5% en Francia). Los gobiernos de la
Restauración no se preocuparon de la extensión de la educación y, además,
defendían un modelo educativo clasista: sólo estudiaban quienes podían pagarse
los estudios.
La reforma
educativa más importante del siglo XIX fue la denominada Ley Moyano de 1857,
que recibe su nombre del ministro que la impulsó, Claudio Moyano. Esta ley
dividía el sistema educativo en tres etapas: primaria, media y superior.
A
principios del siglo XIX, las escuelas primarias sólo garantizaban la
escolarización a una cuarta parte de los niños en edad escolar. Los municipios
eran los encargados del control de las
escuelas primarias, aunque los fondos eran muy escasos y, en muchos casos, los
maestros no tenían la formación suficiente. La Iglesia, a través de las
escuelas parroquiales, contribuyó a la alfabetización de las clases humildes.
Las clases medias urbanas se educaban en escuelas privadas y las clases altas
tenían preceptores para sus hijos. La Ley Moyano estableció que la enseñanza
primaria (niños de 6 a 9 años) fuera obligatoria, pero no gratuita. Los
ayuntamientos eran los encargados de la construcción de las escuelas, de
mantenerlas y pagar el sueldo a los maestros.
La
enseñanza secundaria, a principios del siglo XIX, tenía un carácter minoritario
y elitista. La Ley Moyano decretó que debía haber un Instituto de Enseñanza
Media por provincia, salvo en Madrid, donde habría dos: uno para alumnos y
otro para alumnas. En un primer momento, dependerían de las Diputaciones
Provinciales y, posteriormente, del Estado. La ley fijaba otras condiciones
como la titulación de los profesores, los libros de texto, etc. La tendencia
en la educación media fue la proliferación de colegios asimilados religiosos,
es decir, aquellos que podían conceder el título de bachiller sin que fuera
necesario que el examen se realizara ante profesores de institutos públicos.
Aunque fue
objeto de una atención preferente, la enseñanza universitaria presentaba una
estructura arcaica y las universidades españolas impartían saberes
tradicionales, alejados de las nuevas corrientes científicas y filosóficas.
Durante la primera mitad del siglo XIX, se establecieron diversos planes
(Plan Caballero de 1807, Plan Rivas de 1835, Plan Pidal de 1845) que pretendían
configurar una universidad liberal y lograr la modernización y la secularización
de las facultades, además, de un mayor
control por parte del Estado. Así, surgieron nuevas facultades o escuelas universitarias
como Farmacia, Veterinaria, Caminos, Canales y Puertos, Minas, Agricultura,
Bellas Artes, etc. También se dividió el territorio nacional en distritos
universitarios, división que se ha mantenido hasta nuestros días. La más
importante era la Universidad Central de Madrid. Sin embargo, la universidad española
se caracterizaba por su escasa labor investigadora y porque los profesores
consideraban su acceso a la cátedra como un medio de promoción para la
realización de actividades privadas: carrera política, negocios privados, etc.
b) Prensa
Tuvo una
gran importancia como instrumento de información y de creación de opinión.
Una de las cuestiones básicas durante el siglo XIX fue la de la libertad de
imprenta. En las etapas autoritarias, la censura impidió la publicación de
periódicos políticos, permitiéndose sólo otro tipo de publicaciones como
literarias, culturales, etc.
El nacimiento de la prensa moderna (la que
es capaz de crear opinión pública) se produce durante los años de la Guerra de
la Independencia. Además, una constante del siglo XIX es la
identificación de los periódicos con los grupos políticos. Por otro lado,
el periodismo se utilizó como medio para iniciar la carrera política (Cánovas,
Sagasta, etc.)
En un
primer momento, los periódicos tenían un formato pequeño y con muy pocas
páginas. A mediados de siglo, surgió el formato actual: mayor tamaño, división
en secciones, aparición de anuncios comerciales, más páginas, etc. También
surgieron las revistas ilustradas de entretenimiento y divulgación científica
dirigidas a las clases medias.
En el último
tercio del siglo XIX, apareció el periodismo informativo. Los periódicos se
vinculaban no a una corriente política, sino a una empresa capitalista, los
periodistas eran profesionales y utilizaban medios modernos para la recepción
de noticias (telégrafo) y la distribución (ferrocarril). Uno de los
antecedentes de este tipo de periódico fue El Imparcial (1867). A
finales del XIX, se produce una proliferación del número de periódicos, algunos
de ellos vinculados a corrientes ideológicas como La Época
(conservador), El Liberal (liberal), El Socialista
(PSOE), La Acracia (anarquista), etc.