martes, 26 de julio de 2011

La Guerra Civil Española (1936-1939)


TEMA 20:    LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)





1)      CAUSAS DE LA GUERRA



o   Problema social. Las enormes diferencias entre trabajadores y propietarios habían radicalizado la lucha de clases. Las esperanzas de los trabajadores en las reformas de la II República y la resistencia de los patronos a las mismas, especialmente en el campo, profundizaron el problema social.

o   Problema regional. Se produce por la oposición de la derecha y del ejército a los nacionalismos periféricos. La concesión del Estatuto a Cataluña (1932), y la tramitación de los estatutos vascos y gallegos en 1936, se interpretó por los sectores citados como la desmembración de España, algo inaceptable desde su punto de vista.

o   Cuestión religiosa. Habían provocado una profunda división en la sociedad española. Por un lado, estaban los defensores de que la Iglesia mantuviera su poder en la sociedad. Por otro, los que se oponían a ello, defendiendo un anticlericalismo radical, la separación Iglesia-Estado, la enseñanza laica, etc., en una sociedad mayoritariamente católica. El enfrentamiento entre ambas posturas, la legislación religiosa republicana y la falta de diálogo agudizaron el problema.

o   Contexto internacional. La crisis de la democracia y el auge de los movimientos totalitarios influyeron en el origen y en el desarrollo de la Guerra Civil. El establecimiento de regímenes fascistas en Italia (Mussolini) y en Alemania (Hitler) tuvo consecuencias en la política española. Los grupos fascistas (Falange Española, Juventudes de Acción Popular, etc) despreciaban la democracia como sistema político y eran partidarios del uso de la fuerza para acabar con la República. Por su parte, la Unión Soviética y la Internacional Comunista habían propiciado la alianza con la izquierda burguesa con la creación de frentes populares contra el fascismo. La violencia política aumentó y se manifestó en el asesinato del teniente Castillo, obra de los falangistas, y de José Calvo Sotelo, como respuesta del anterior. El orden público, que desde el inicio dela República fue un problema, fue instrumentalizado por la derecha, presentándose como uno de los motivos de la sublevación.

   En definitiva, la guerra fue el resultado del enfrentamiento entre las dos Españas. Por un lado, los viejos grupos oligárquicos, que se oponían al cambio y que contaron con el apoyo de gran parte del ejército, de tradición golpista; por otro lado, las clases medias y el movimiento obrero, que pedían la redistribución del poder mediante la democratización del sistema político.





2)   EL DESARROLLO DE LA GUERRA



a.      Inicios



   Desde las elecciones de 1936 había rumores de golpe militar. Por ello, el gobierno había trasladado a algunos de los militares más significativos. Mola, que desde Navarra preparó el golpe; Franco, todavía en segundo plano, en Canarias; Goded en Baleares; y Sanjurjo, jefe del golpe, exiliado en Portugal. Los militares golpistas se proponían derribar el régimen republicano democrático a través de un golpe de fuerza, cuyo objetivo era tomar rápidamente las principales ciudades españolas. La sublevación comenzó el 17 de julio en Ceuta y Melilla. Franco se traslada a Tetuán para tomar el mando del ejército africano. La rebelión se extiende a la península el 18 de julio. El jefe de gobierno, Casares Quiroga, no comprendió la importancia de la rebelión y no tomó medidas, negándose a entregar armas a la población como exigían partidos obreros y sindicatos, y presentó su dimisión el 18 de julio. 

   En Sevilla, el general golpista Queipo de Llano consigue dominar la ciudad, y la sublevación se extiende por toda Andalucía occidental...

   El día 18 el golpe triunfó en casi todas las capitales de Castilla, incluidas Valladolid y Burgos, en algunas ciudades gallegas, y en Andalucía occidental y Extremadura, donde Huelva, Cádiz, Jerez y Cáceres quedaron bajo el control de los sublevados. El día 19 otras zonas pasaron al control de los golpistas: Pamplona, La Coruña, Oviedo, Granada, Zaragoza, Huesca, Teruel.

   La sublevación fracasó en la mayor parte de Aragón, Asturias, Cantabria, Cataluña, País Vasco, Levante, Andalucía oriental, parte de Extremadura, Castilla la Mancha y Madrid. El fracaso más grave se produjo en Barcelona y Madrid. En Barcelona, la CNT movilizó a los obreros y se hizo con armas para enfrentarse a los golpistas. El día 19 los anarquistas, en colaboración con los Guardias de Asalto y la Guardia Civil, rechazaron a los golpistas, que tuvieron que rendirse al presidente de la Generalitat, Lluís Companys.

   En Madrid, la entrega de armas a las milicias obreras, integradas por socialistas y comunistas, y la acción de las fuerzas leales al gobierno hicieron fracasar la sublevación. El día 20 tomaron el Cuartel de la Montaña, lugar en el que se habían refugiado los rebeldes.

   El día 21 la sublevación había triunfado en 29 capitales de provincias, mientras que 21 permanecían leales a la República. Los sublevados controlaban dos amplias regiones, al sur y norte de la Península, además del dominio del norte de África, Baleares y Canarias. Además, controlan la frontera portuguesa, a través de la cual recibían ayuda.

   En general, el golpe triunfó en función de dos condiciones: la rapidez y la coordinación de sus protagonistas, y la capacidad de reacción de las fuerzas populares. La falta de reacción del gobierno en las primeras horas de la sublevación fue decisiva para su triunfo en algunas ciudades, al igual que la negativa a entregar armas a la población. También tuvo importancia la actitud de la Guardia Civil, que en algunas zonas permaneció fiel al gobierno republicano y en otras se sumó a la sublevación.



b.      Los dos bandos



·         Zona Republicana. La República controlaba las regiones industriales: toda la siderurgia, la industria mecánica, la textil, gran parte del hierro y del carbón. Además, contaba con reservas de trigo en La Mancha y de arroz y cítricos en la región levantina. La República tenía las reservas de oro del Banco de España. En cuanto a los efectivos militares, la mitad de las unidades del ejército de tierra permanecía bajo el control del gobierno republicano. Pero la gran mayoría de la oficialidad se había sublevado y las unidades estaban desarticuladas, por lo que el gobierno republicano tuvo que recomponer un ejército sobre la base de las milicias obreras. La aviación permaneció leal al gobierno republicano, y en la armada, la marinería también, mientras que los mandos se habían sublevado. Un contingente destacado de las Fuerzas de Orden Público (Guardia Civil, Guardias de Asalto y Carabineros) permaneció fiel a la República. Por último, tuvieron un papel importante las milicias (civiles armados, a los que se unirán después las Brigadas Internacionales). En cuanto a las fuerzas políticas que apoyaron a la República nos encontramos los siguientes: moderados (como IR y UR), obreros (PSOE, PCE, POUM, PSUC, etc.), fuerzas sindicales (CNT y UGT), regionalistas (ORGA, ERC y PNV).



·         Zona Nacional (nacionales: es el término que se aplicó a los que se habían sublevado contra el gobierno legítimo y democrático de la República). Los nacionales dominaban las reservas de cereal y ganado de Castilla-León y Galicia, además del carbón leonés y las minas de RioTinto. En definitiva, controlaban las regiones de escaso desarrollo, de base agrícola y dominadas por el caciquismo. En cuanto a los efectivos militares, el resto de las fuerzas (la mitad del ejército de tierra y la mayoría de los mandos de los tres cuerpos), más el ejército de África (Legión, Regulares y mercenarios marroquíes) y casi la mitad de las Fuerzas de Orden Público. Las fuerzas sociales o políticas que apoyaron a los sublevados fueron: FE y de la JONS (que había aumentado notablemente sus efectivos desde 1936, cuyas milicias contribuyeron notablemente al control de la zona nacional, organizando las represalias en la retaguardia, además de constituir el embrión del partido único de Franco), carlistas (tradicionalistas o requetés, pensando en la posibilidad de una restauración monárquica de su línea dinástica), buena parte de la Iglesia (que no considera este hecho como una guerra, sino como una cruzada liberadora contra el mal: el Vaticano fue uno de los primeros estados en reconocer al régimen y gobierno de Franco) y del mundo empresarial o financiero (como Juan March y otros, que aportan dinero o movilizan las instituciones de crédito internacionales), la aristocracia, la CEDA, los monárquicos de Renovación Española, etc.



  1. Fases de la Guerra



    El fracaso de la sublevación militar, tal y como había sido concebida por los golpistas, condujo a la Guerra Civil, que se prolongó hasta 1939.

   En el curso de la guerra se pueden distinguir cuatro fases:



·         Primera Fase: julio de 1936-marzo de 1937.



    En síntesis, las operaciones militares consistieron en casi el mismo objetivo tanto para los nacionales como para los republicanos: dominar la parte de España que no se había sumado a la sublevación (en el primer caso), y defender esa misma zona (en el caso de los republicanos), al tiempo que buscaban la derrota definitiva del enemigo. Los hechos más importantes de esta fase fueron:

o   El paso del Estrecho. Gracias al puente aéreo establecido con los aviones cedidos por Alemania e Italia, el ejército de Franco pudo cruzar el estrecho y llegar a Andalucía, ya  que la Armada y Aviación fueron fieles a la República.

o   Avance desde Andalucía. Desde esta región se dirigen hacia Extremadura (que tenía una gran importancia estratégica, pues ayudaría a conectar con la zona Norte en poder de los nacionales) y Toledo (donde resistía Moscardó). Se logró con facilidad debido a la preparación de las tropas de África, sus expeditivos métodos de guerra y a la falta de organización de las fuerzas obreras y ejército de la República. La toma de Badajoz (14 de agosto) permitió enlazar las dos zonas del bando sublevado. Tras su ocupación, se inició una durísima represión (se ejecutaron entre 2000 y 4000 personas), provocando un escándalo internacional.

o   Ofensiva sobre Madrid. Su conquista era esencial por razones políticas, diplomáticas, económicas, propagandísticas y simbólicas. Pero Madrid resiste, con el esfuerzo de sus vecinos, la llegada de las Brigadas Internacionales y de material soviético. Tras el fracaso, Franco decide realizar una serie de envolventes para aislarla (batallas de la Carretera de la Coruña, del Jarama, de Guadalajara).                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  

o   Frontera francesa. Mola conquistó Irún, controlando la frontera francesa y aislando el País Vasco.

o   Ofensiva republicana contra Aragón y Mallorca. Se llevan a cabo desde Cataluña. Pero fracasaron en ambos casos: en el primero, por el comportamiento de la CNT-FAI (que ejecuta su pretendida revolución); en el segundo, por la ayuda de la aviación alemana.

o   La caída de Málaga. Se debió a su defensa desorganizada y a la falta de apoyo naval, por lo que fue una presa fácil para las tropas italianas, marroquíes y voluntarios españoles.



·         Segunda Fase: de abril a noviembre de 1937



   Los republicanos realizaron dos importantes ofensivas en Brunete  (Madrid) y Belchite (Aragón). Tenían como objetivo reducir la presión en el frente norte, aunque los republicanos no consiguieron ventajas sustanciales.

   Los nacionales liquidan el Frente Norte. Las ciudades más importantes del Cantábrico (Bilbao, Santander, Gijón, etc.) fueron cayendo en manos de los nacionales, hasta la conquista de los últimos reductos republicanos. Estas ciudades no sólo eran importantes estratégicamente, sino que su industria y minas ayudarían a Franco a pagar la ayuda alemana y disponer de más fuerzas.



·         Tercera Fase: 1938



   Es una etapa clave porque los nacionales logran dividir el territorio controlado por los republicanos.

   La ofensiva nacional hacia el Levante, tomando Teruel y Castellón, permitió aislar a Cataluña del resto de la zona republicana.

   La Batalla del Ebro. El ejército republicano lanzó la última gran ofensiva, para intentar salvar la situación que ya había dado un vuelco fundamental a favor de los sublevados. Cruzan el Ebro el 25 de julio y mantienen las posiciones entre el fuego intenso de las tropas nacionales. Pero la destrucción de los puentes, la riada provocada por la rotura de los embalses de la cuenca del Ebro, los sucesivos contraataques nacionales, la retirada de los voluntarios de las Brigadas Internacionales y la claudicación de Francia y Gran Bretaña ante Hitler (Pacto de Munich), el cierre de la frontera francesa provocaron la retirada de las tropas republicanas.

  

·         Cuarta Fase: de diciembre de 1938 hasta el 1 de abril de 1939



   Definitiva, pues los nacionales ocupan Cataluña y cae Madrid.

   Tras la batalla del Ebro las tropas nacionales avanzan sin excesiva oposición, entrando el 26 de enero de 1939 en Barcelona. A pesar de los esfuerzos de Negrín para mantener una resistencia a ultranza, el gobierno de Franco había sido reconocido por Francia y Gran Bretaña; y, además, las fuerzas republicanas estaban ya divididas entre los partidarios de resistir y los que creían que seguir con la guerra era una acto de crueldad y preferían negociar. Franco rechazó la negociación y promulgó una Ley de Responsabilidades Políticas, que establecía duras condiciones a los que habían colaborado con la República. Soldados y civiles cruzan la frontera y Francia les recluye en campos de refugiados. Ya sólo quedaba parte del Centro y Sureste.

   En Madrid, la República se derrumba con la división entre comunistas (partidarios de la resistencia hasta el final) y las fuerzas del coronel Casado (que deseaban la rendición, creyendo que Franco negociaría con los militares). La flota republicana se rinde, y termina la Guerra Civil oficialmente el 1 de abril de 1939.





3)  LA DIMENSIÓN INTERNACIONAL DEL CONFLICTO.

 

   La duración y el resultado del conflicto dependieron de la intervención de las potencias extranjeras. Francia y Gran Bretaña trataron de localizar y aislar el conflicto español, para evitar el la extensión del conflicto a Europa, sin importarles abandonar un gobierno legítimo (como era el republicano). En este sentido, Gran Bretaña no atendió las peticiones de ayuda del gobierno republicano y Francia, que en el inicio de la guerra suministro material bélico a la República, suspendió las entregas  por las presiones británicas y el temor a un enfrentamiento con Italia y Alemania.,

   La República sólo contó con la ayuda militar de la Unión Soviética, que entendía la guerra española como una lucha contra el fascismo. Méjico fue, sin embargo, el que primero sirvió un envío de ayuda, ante la división pública y la presión de EEUU para que ésta no fuera mayor.

   Los sublevados contaron con la ayuda militar de la Italia fascista y la Alemania nazi. Hitler respondió inmediatamente a las peticiones de Franco enviando material bélico y aviones, indispensables para el transporte del ejército de África a la Península. Esta maniobra fue decisiva para el desarrollo de la guerra. Posteriormente, los alemanes mandaron un cuerpo de tropas de combate (la Legión Cóndor, responsable del bombardeo de Guernica) y aviones. La Italia fascista también colaboró enviando material bélico (aviones, tanques, munición, cañones), combustible y voluntarios (alrededor de 50.000). Asimismo, el dictador portugués Salazar mantuvo una estrecha colaboración con Franco, al deportar a los republicanos que cruzaban la frontera y facilitar la ayuda de los sublevados a través de la misma.

   El 1 de agosto de 1936, los gobiernos de Francia y Gran Bretaña propusieron al resto de los países un Acuerdo de No Intervención en la guerra española, con objeto de evitar que no variasen las relaciones internacionales. De los países mencionados anteriormente, Méjico fue el único que no firmó; los demás se comprometieron a no enviar material bélico a España, ni voluntarios. Esta política consideraba en plano de igualdad a los dos contendientes, y de nada sirvieron las protestas de la España republicana ante la Sociedad de Naciones. Es evidente que el pacto no fue respetado por los firmantes, pues Alemania, Italia  y Rusia ayudaron a los contendientes durante toda la guerra. Estados Unidos siguió con su política de no intervención en los asuntos de otros países. Fue rechazada la petición de ayuda del embajador español y la pretensión de algunas empresas de remitir material al gobierno republicano; sin embargo, los sublevados contaron con envíos de motores y combustible de la Ford, General Motors y Texaco.

   La ayuda de la URSS fue para la República la más importante, y se hizo en forma de equipos y material, técnicos, aviones. Esta ayuda se pagó al contado las reservas de oro y plata depositadas en el Banco de España. La ayuda soviética fue importante porque evitó el hundimiento del ejército republicano y reforzó la influencia de los comunistas españoles en el gobierno republicano.   

   Sin embargo, entre los apoyos de la República hay que destacar las  Brigadas Internacionales, organizadas en Francia desde 1936: estaban integradas por voluntarios (unos 40.000) de más de 60 nacionalidades y con una ideología diversa, pero convencidos de que apoyar a la República era combatir por la libertad y contra el fascismo. Tuvieron que abandonar el país en diciembre de 1938, ante las presiones el Comité de No Intervención y la firma del Pacto de Munich.

   La Guerra Civil se convirtió en la antesala de la Segunda Guerra Mundial, en una confrontación de dos modelos sociales y políticos.

   



4)   LA EVOLUCIÓN POLITICA.



·         Zona Republicana



      El levantamiento militar provocó en la zona republicana un profundo proceso revolucionario. El gobierno presidido desde el 19 de julio de 1936 por José Giral, perteneciente a Izquierda Republicana, fue incapaz de imponer su autoridad, porque en pueblos, ciudades y provincias de la España republicana surgieron espontáneamente diferentes comités revolucionarios populares, dirigidos por anarquistas, socialistas y comunistas, que tomaron las decisiones políticas, económicas y militares.

    Desde el principio, el bando republicano careció de unidad política y las divisiones internas entre los distintos partidos y sindicatos se acentuaron. En alguna ocasión, anarquistas y comunistas llegaron incluso a enfrentarse con las armas (Barcelona, 1937). Los anarquistas entendían que vencer la guerra y completar la revolución económico-social eran procesos inseparables y paralelos. Por ello, impulsaron la colectivización de la tierra, de forma que la comunidad local explotara los campos repartiéndose los beneficios y excedentes agrarios de acuerdo con el trabajo realizado por cada individuo y según sus necesidades familiares. En Aragón, los cenetistas llegaron a colectivizar el 70% de las tierras, en Jaén el 80%, etc. Además, muchas fábricas fueron socializadas pasando a ser controladas por comités sindicales. Por el contrario, los socialistas y los comunistas consideraban que el desarrollo de la revolución impedía una lucha eficaz y preferían aplazar ese objetivo, pensando que el objetivo prioritario era ganar la guerra.

   Francisco Largo Caballero, que presidía desde septiembre de 1936 un nuevo gobierno integrado por todas las fuerzas del Frente Popular (socialistas, comunistas, republicanos, anarquistas y nacionalistas  vascos y catalanes), intentó posponer las experiencias revolucionarias, frenar la colectivización de los medios de producción, reforzar la disciplina militar y concentrar todos los esfuerzos en vencer la guerra.

   El Partido Comunista de España, gracias al respaldo de la Unión Soviética, fue incrementando poco a poco su influencia, situando a sus hombres en puestos claves e imponiendo sus decisiones militares, ideológicas y políticas en la zona republicana. Esta tendencia se acentuó con la llegada del socialista Juan Negrín a la presidencia del gobierno, mayo de 1937, que compartía las tesis comunistas de resistencia a ultranza, esperando que la guerra que amenazaba a Europa hiciese cambiar la actitud de las democracias occidentales hacia la República.

   Sin duda alguna, la quiebra del poder central gubernamental y la fragmentación política debilitaron al bando republicano, convirtiéndose así en una de las causas de la derrota final. La falta de unidad de mando impidió una dirección ordenada y eficiente tanto de las operaciones militares, como del esfuerzo económico necesario para la victoria.



·         Zona Nacional



      El levantamiento se produjo sin que los sublevados tuvieran claro un proyecto político definido para reemplazar las instituciones republicanas. Entre ellos existía una amalgama de tendencias políticas y sociales: monárquicos alfonsinos, carlistas, falangistas, cedistas, militares. Después de la sublevación, los militares constituyeron en Burgos una Junta de Defensa Nacional, que actuó como un poder soberano: declaró el estado de guerra, coordinó las operaciones militares, asumió las tareas de administración y las instituciones del Estado existentes en el territorio y legisló en materia de educación, familia y dio los primeros pasos para derogar las leyes republicanas. En lo económico trató de crear los instrumentos necesarios para financiar la guerra y anular las expropiaciones, devolviendo la tierra a sus antiguos propietarios. Sin embargo, los militares pronto comprendieron la necesidad de unificar el mando de las tropas, de manera que todo el poder quedara acumulado en un único jefe para garantizar así una dirección estratégica más eficaz de las operaciones bélicas. En los primeros momentos, la propaganda de los sublevados se esforzó en  presentar la rebelión como un alzamiento popular contra el marxismo, presentando al otro bando como antiespañol. En este sentido, fue importantísima la actitud de la Iglesia católica que justificó el golpe militar y calificó la guerra como una cruzada para salvar a España del ateísmo.  En septiembre del 36, la necesidad de un mando único lleva a proclamar a Franco por encima de otros generales mejor situados (Mola y Queipo de Llano) como Generalísimo de todas las fuerzas nacionales y, el 1 de octubre de 1936, Jefe del Gobierno Español con todos los poderes. Su primer acto de gobierno fue la creación de la Junta Técnica de Estado, integrada por militares y civiles, bajo su control. Sin embargo, era un Estado sin articulación política e ideológica, algo de lo que se encargaría su cuñado, Ramón Serrano Súñer.  Desmontar el sistema parlamentario democrático constitucional derogando la legislación reformista republicana, defender los intereses socioeconómicos de los sectores más conservadores y construir las bases de un nuevo Estado fueron los objetivos inmediatos. El primer paso fue integrar todas las fuerzas bajo la jefatura de Franco mediante el Decreto de Unificación (19 de abril de 1937) que fusiona la FE y de las JONS con los tradicionalistas (FET de las JONS), con Franco como caudillo único, y en él se integraron los demás partidos del bando sublevado. El objetivo básico de este partido era ayudar en la configuración del nuevo Estado, definido como Movimiento Nacional.

   El primer gobierno de Franco se formó en enero de 1938. Este gobierno marca el inicio del nuevo Estado Nacional, con el poder concentrado en su totalidad en manos de Franco, porque la Ley de la Administración Central del Estado le otorgaba los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Su labor legislativa hasta el final de la guerra se resume en:

o   Ley de Prensa, que suponía la anulación de la libertad de expresión y el establecimiento de una censura completa de cualquier tipo de publicación.

o   Fuero del Trabajo, que eliminaba cualquier sindicato ajeno al régimen y regulaba las relaciones laborales desde la tutela del Estado.

o   Aprobación de una legislación favorable a la Iglesia: retribución de los sacerdotes, devolución de bienes, control de la educación, supresión de los matrimonios civiles, del divorcio, etc.

o   Ley de Responsabilidades Políticas (febrero de 1939), que perseguía a los enemigos del régimen. Se creaban Tribunales integrados por juristas, militares y falangistas, que realizarían la durísima represión que caracterizó la posguerra.





 5)    CONSECUENCIAS DE LA GUERRA



Ø  Consecuencias demográficas. Es uno de los aspectos más controvertidos entre los historiadores. Las cifras son muy diversas, tanto por la dificultad que supone medir la mortandad de una guerra, como por el hecho de que se incluyan o no las muertes indirectas, causadas por el hambre, la represión de la posguerra, la alteración de la natalidad, etc. Si contamos las muertes ocasionadas por la guerra (fallecidos en combate, por enfermedad o malnutrición), por la represión posterior y los exiliados, las pérdidas demográficas superan el millón de habitantes. A ello, se añaden las consecuencias de la caída de la natalidad producida durante la guerra, así como el hecho de que la mortalidad se centró principalmente en la población joven y activa.

Ø  Consecuencias sociales. Una de las más importantes fue la represión. Se calcula que murieron 120.000 personas, víctimas de la represión. En la zona sublevada, ésta fue institucional y sirvió para vencer la resistencia de la población mediante el terror. En la zona republicana fue una acción revolucionaria incontrolada, aprovechando el vacío de poder y la impunidad. Es notorio el hecho de que las autoridades republicanas intentaran frenar las detenciones y los asesinatos arbitrarios de los comités revolucionarios, encauzándolo a través de Tribunales Populares. El método represivo más común fue llamado el “paseo”, práctica que los dos bandos llevaron a cabo como forma de escarmiento para aterrorizar a la población. Otra fueron las depuraciones: expulsión del empleo de aquellos funcionarios públicos que hubiesen permanecido fieles a la Republica o de aquellos que no se hubiesen mostrado ardientes defensores del nuevo régimen. Sus puestos fueron ocupados por aquellos que habían combatido en el ejército nacional. Por último, el exilio que privó al país de un grupo muy importante de profesionales altamente cualificados: médicos, profesores, abobados, científicos, etc. Los principales países de acogida fueron Francia, Méjico y Rusia.

Ø  Consecuencias económicas. La producción de la economía española descendió en todos los sectores de manera muy acusada. La agricultura se redujo en un 20%, y la cabaña ganadera en cantidades que oscilan entre un tercio (vacuna y lanar) y la mitad (porcina). Esta reducción sometió a la población española de la posguerra al hambre y al racionamiento de los alimentos. La producción industrial se redujo en un 30%; su recuperación fue lenta y difícil, tanto por impedirlo la II Guerra Mundial como por el aislamiento a que fue sometido el régimen al finalizar ésta. Las comunicaciones fueron gravemente dañadas; la marina mercante perdió un tercio del tonelaje; los ferrocarriles, un 40% de locomotoras y vagones; los transportes por carretera, un 70%; los daños en las infraestructuras ferroviarias y de la red de carreteras fueron muy importantes. Una consecuencia de las pérdidas en el sector productivo fue el descenso de la renta nacional un 30%; hasta el año 1959 no se recuperó el nivel de renta anterior al de la guerra. En cuanto al bienestar social, se ha de destacar la destrucción de viviendas (500.000 total o parcialmente); doscientas localidades sufrieron destrucciones superiores al 60%, etc. Los gastos de guerra se estiman en el equivalente a 6 billones de pesetas de 1995. La carencia de oro en el Banco de España, es decir, la falta de divisas dificultó, unido a otros factores como la guerra mundial, la autarquía del régimen, etc, la reconstrucción del país.

Ø  Consecuencias morales.  La guerra dejó marcadas a varias generaciones por el trauma del sufrimiento durante los años del conflicto, la represión posterior y la imposición de los valores de los vencedores. Durante muchos años, se prolongaron la división y el enfrentamiento entre los españoles.






















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